Además, tampoco habría merecido la pena hacerlo, ¿para qué seguir con el sufrimiento?, tú no estabas allí para despedirme, ni tan siquiera lo habías estado en las últimas semanas antes de mi partida.
Pensaba que me echarías de menos, pero tu ausencia resplandecía por sí sola, y me alejaba poco a poco y seguía si aparecer tu presencia.
Abrí la cartera y en ella tu foto se encontraba, ahí estabas sonriente, como al principio me tratabas, como en un principio me mirabas, como cuando me conociste, no sé porque habían cambiado tanto las cosas, no se porque ya no sentías lo mismo...la distancia...pusiste como excusa, el destino...dijiste para evadirme...y nuestra fuerte amistad.
¿Nuestra fuerte amistad?, por un instante supe apreciar esas palabras, pero en el momento de mi marcha, no entendí muy bien a qué venían, porque una fuerte amistad es para estar unidos, para construir una vida en compañía, aunque no sea de la manera que a mí me hubiese gustado...pero, ni siquiera estabas allí, ni un simple abrazo de despedida recibí de ti al subir las escaleras, ni una llamada diciéndome un simple adiós... y esa fuerte amistad que tanto nombrabas, acabó en indiferencia.
Precioso blog y entrada! Ahora mismo te sigo, pasate por el mio si te apetece <3
ResponderEliminarGGracias eso haré!! un beso
ResponderEliminar