martes, 27 de agosto de 2013

Sed

Adormecida, abrí los ojos con rapidez, todo lo que mis pestañas me lo permitieron, pues las lagañas que se formaron en varias horas, provocaron que mis párpados casi queden pegados.
Brotaron lágrimas de ellos debido al propio sueño, pero el despertador me obligó en cierta forma a interrumpirlo y pude apreciar que aún no había amanecido. Tenía absolutamente cada parte de mi cuerpo encharcada en sudor, en cambio, la temperatura que habitaba mi dormitorio no era del todo alta; quién sabe con qué estaba soñando en ese instante... sería una pesadilla evocando el terror en la típica aurora nocturna, alguna que otra carrera a toda prisa o quizás una historia erótica... la única cuestión que se apreciaba a simple vista es que hiperventilaba. 
A pesar de ello, la alarma había sonado, pues la programé para, desde la ventana, poder apreciar el color de la luna, justamente a las cuatro de la madrugada.
Me levanté con dificultad, además de con cautela para no marearme y me dirigí con firmeza para abrir de par en par los postigos que impedían ver la noche de primavera.
Un ohhh!! parecido a un profundo suspiro brotó de mis labios pastosos que fueron humedecidos por mi saliva cuando pronunció dicha expresión.
La luna reflejada en el mar, dejaba todo el agua tintada de rojo, invadiendo de tal manera al horizonte,  pues ésta era de sangre... Absolutamente imperante, llena y majestuosa.
No tenía otra descripción, solo preciosa y astuta... inigualable.
Sin embargo, tus ojos se hallaban clavados en ella y en seguida lo supe... una vez más tus colmillos habían despertado con sed y te habías escapado de mi vera, supongo que para no hacerme daño.

- Maldito vampiro - Sollocé... - Te quiero tanto.

En cambio, no me escuchaste y la luna desveló tu delito y la sangre derramada esa noche que quedaba reflejada en la maestra de la oscuridad, dio paso a hacerme entender que, sin remedio alguno, me había enamorado de un vampiro, con sed de sangre... la mía. 

miércoles, 21 de agosto de 2013

Tengo algo que contarte

- Abrázame fuerte y no me sueltes - 

Las palabras de ella mostraban seguridad hacia su persona y a la misma vez un suspiro de debilidad, pues sabía que le correspondería el abrazo, pero sin mostrar a ciencia cierta lo que su corazón sentía al unirse con ella en la noche.

- Sabes que tengo algo que contarte -

Mostró entre labios dubitativos y abriendo como platos sus ojos verdes, al mismo tiempo que la abrazaba como le había pedido minutos antes, entre sábanas blancas y pieles desnudas.
La mirada de la joven, en ese instante, ofreció un "adelante" y una media sonrisa asomó por su rostro, esperando impaciente la noticia de su amante.

- Creo que me he enamorado -

Aunque lo mencionó con un tono de tristeza en su voz y sin mostrar emoción alguna; el rostro de ella cambió por segundos, pues esa frase escapada de sus finos labios significaba que por fin él sentía lo mismo.

- ¿Y eso es malo? Por fin sientes lo que yo -

Esas cinco palabras que había dicho con antelación le habían cambiado la perspectiva de futuro a su lado, pero la tez seria que ofrecía él en la negrura hizo que por primera vez la princesa quisiera dejar huir al sapo, por miedo a que se convirtiera en un verdadero príncipe. 

- Estar enamorado es bueno y sobre todo si la otra persona te corresponde -

Atinó a decir la mujer aún niña que se hallaba cobijada entre sus brazos de hombre ya maduro; y entre manos que habían vivido mil y una historia más de lo que ella había podido disfrutar.

- Es que no sé si ella me corresponde exactamente -

Ahora su cara se llenó de dudas, entrecerró sus ojos y expresó un gesto de incomprensión que seguro él mismo notó a pesar de la oscuridad que habitaba el dormitorio, el de ella.

- No entiendo el porqué dices esto, si sabes que te amo -

Dijeron entre sollozos los ojos color agua de la muchacha, que casi se llenan de mar salado mencionando las últimas letras.

- Pero... -

Seguía sin nombrar lo exacto, cuestión que la abrumaba...

- Pero... tú no eres la chica por la que mi corazón siente -

En ese momento, ella se quedó quieta, sin saber muy bien qué decir, pues el chico que estaba durmiendo con ella, en su cuarto, en su misma cama... y que lo había hecho durante casi todo un año... acababa de escarbar una cueva en lo más profundo de su corazón, sin ni siquiera dejando respirar. Ella, a pesar de su inmadurez e inexperiencia entendió perfectamente las últimas palabras mencionadas por él y a pesar de que tenía sus ojos encharcados en lágrimas dijo sin reparo...

- Tienes una cara muy dura y un corazón hecho de piedra -

Y siguió en la misma posición, llorando; incluso él aún la tenía agarrada fuertemente.
El chico no hizo mención alguna, simplemente cerró sus ojos y siguió durmiendo a su vera, pues tenía miedo de dejarla marchar, aunque de otra chica estuviese enamorado. 



Gracias una vez más

Una vez más... muchas gracias por lo que acontece y muestran tus ojos cada día que observas los míos, pues con tan solo una mirada demuestras lo más importante y verdadero que existe, un gran te quiero que jamás hallará comparación.


domingo, 11 de agosto de 2013

Maldito placer

Y en la noche oscura; una mirada, unas manos y su cuerpo.
Mis piernas temblaban cuando sin dificultad aparente, bailaba entre la multitud, dejando a la vista su seguridad en sí mismo y sabiendo a ciencia cierta que su apariencia causaba escándalo, pues verdaderamente las chicas se quedaban impregnadas en su belleza.
Ni yo misma sabía en qué lugar de aquella sala de discoteca meterme, pues el sudor empezaba a recorrer mi frente, intentando, sin éxito alguno, quitar el maquillaje que cubría mi cara, pero que igualmente poco se notaba con la tenue luz existente en el lugar.
Con paso poco dubitativo se acercaba a mi persona, pero no estaba segura si era en mi dirección, a la derecha, o bien hacia la izquierda donde se encontraban los baños públicos; pero aún así mis ojos no dejaban de mirar de reojo hacia su hermosa escultura.
Cada vez se encontraba más a mi vera, ya no sabía si era causa del mareo debido a las copas bebidas en la noche, o que realmente se encontraba allí postrado, esperando alguna pregunta o, tal vez, respuesta; estaba demasiado despistada para pensar en lo correcto.
Cuál fue la sorpresa, que mientras mi amiga me guiñaba un ojo, sosteniendo su vaso con mano temblorosa, a punto de que se le resbalase y se cayese al suelo pegajoso; levantó mi cara, con sus manos olor a jazmín, pero igualmente sabor a hombre.
Mis labios no sabían muy bien lo que pronunciar en ese instante, un hada mágica pasó por mi frente y me quitó el habla, dando lugar al tartamudeo incesante y cómo no, al ridículo que no estaba dispuesta a hacer, así que mejor callé. 
Sin embargo, no hicieron falta palabras, y de sus labios me robó un beso, tímido y cálido... ¡maldito placer el que sentí!, pues se marchó fuera, quién sabe si a tomar el aire, pues no lo volví a ver, ni siquiera lo seguí y no sé el porqué de la razón. Sólo sé que el chico que había empezado siendo el cielo en persona en aquella discoteca, me traspasó a mí todo el protagonismo, siendo yo el centro y envidia de todas las miradas.






viernes, 9 de agosto de 2013

Perfectamente imperfecta

Se encuentra sentada cabizbaja en el duro sofá de su habitación.
Piensa en cómo afrontar cada segundo que pasa, convirtiéndolo en futuro, pues para ella esas dos palabras que nombran "Carpe Diem" no tienen sentido alguno, o al menos, no en ese instante.
Juega con sus dedos y un bolígrafo, dejando sus manos de princesa envueltas en tinta negra; y a la misma vez inventa frases y melodías en el soñar.
De vez en cuando, su vista cansada se dirige hacia la ventana, pues ésta da golpes a descaro producidas por el suave viento de la calle, pero que se vuelve infierno por el ruido que provoca.
Sus rodillas chocan inexplicablemente y sus pies posados en el filo de su asiento deja entrever el filo de su tanga color negro, al igual que el de la pintura de sus uñas.
Se lleva la mano a la cabeza, pues le duele, sólo a causa del llanto; sin embargo, no puede dejar de derramar lágrimas. Esa chica que le iba todo a la perfección, en un par de segundos se desvaneció.
Observa a su alrededor con el corazón encogido, pensando al mismo tiempo en las cuestiones en las cuales ha fallado, viendo en ese momento todo negativo, no asoma siquiera una pizca de positivismo, pues éste se ha marchado con el dinero de su ilusión.
Piensa en cómo llevar a cabo la situación, mientras se muerde el labio inferior con desgana; esta vez lo hace por desesperación hacia su persona, no por atraer a alguna figura de hombre apuesto y deseado.
Dicha situación se va volviendo cada vez más gris, sólo tiene como esperanza esa fuerza que siempre le ha caracterizado y que esconde ante los demás, cómo si ésta misma fuese a salvarla de nuevo.
Ya no solo le duele el malestar del momento, ahora su pasado se funde en llanto con el ahora, dejando ver la realidad vivida en pocos años.
Su madre entra a descaro por el dormitorio, la observa, callada, mientras ella sigue evadida, pues ya bastante ha mostrado sus sentimientos, aunque éstos se destruyan cuando el minutero del reloj sigue marcando a su ritmo, la hora.
También mira decidida al frente, allí se encuentra el marco donde un mural se hallaba construido, en cambio, se ha dedicado sin saber muy bien el porqué a quitar todas aquellas fotos que marcaban hipocresía, dejando la habitación realmente desordenada.
Tiene la lengua pastosa, no se sabe si es por falta de líquido en la mañana.
Siempre se ha querido mostrar perfecta; en cambio, su imperfección la caracteriza demasiado, siendo ante todos perfecta y ante ella misma imperfecta; de ahí su calificativo "Perfectamente Imperfecta". 

lunes, 5 de agosto de 2013

A galope

En el horizonte se marca su andar,
consigue que esa, su silueta observen,
dueña de la noche decide navegar,
sus andares de princesa enloquecen.

A lomos de su caballo quiere avanzar,
con la luna, sus ojos oscurecen,
es el trote quién decide arriesgar,
patas fuertes, elegantes parecen.

Con tu montura reina de los sueños,
con su paso intenta coger el vuelo,
con su caminar, navega en silencio.

Sigue a galope el resto de los años,
juega a ser portada de artículo,
y vive con aquello que te de alivio.

¿Te vas?

Me asomé a la puerta de mi casa, pues escuchaba ruidos extraños mientras dormida estaba. Llevaba puesto un minúsculo pijama, que dejaba poco lugar a la imaginación, pues mi pantalón era demasiado corto, además de que a través de la camiseta se podía apreciar, con toda tranquilidad, mi vientre; también mis pelos se hallaban alborotados.
Desde mi ventana atiné a escuchar la puerta de un coche que se cerraba con fuerza, dando paso a mi inseguridad, sin embargo, la curiosidad de gato que tanto me caracterizaba hizo que mis pies fuesen solos hacia el portal.

- Buenas noches.

No pude mencionar palabra, pues mis ojos se dilataron a la misma par que mi boca cayó postrada ante su presencia. Estaba delante de mí, perfecto, vestía un pantalón vaquero desgastado y una camisa de cuadros que dejaba a la vista unos fuertes pectorales. Sus ojos claros me observaban con picardía, y sin creérmelo del todo, acababa de asomar por mi hogar. 
Por un instante, tuve la sensación de derretirme ante él, como siempre hacía, pero mis manos se apretaron en puño, al cual le siguió un suspiro que brotó de lo más profundo de mi persona.

- ¿Qué quieres?

Dije con tono serio. No deseaba mostrar contento, pues realmente estaba muy enfadada.

- He recorrido 100 km. para verte y tú me preguntas ¿qué es lo que quiero? No te entiendo.

Ahora el aturdido era él; su semblante tranquilo se tornó en serio en cuestión de milésimas de segundos, no quería causarle mal sensación, pero no me quedaba más remedio que hacerlo, si no quería ser yo la lastimada nuevamente.

- ¿De verdad crees que venir a verme lo arregla todo? ¿Crees que puedes cambiar en un minuto, dos años de desdicha?

Esas letras no eran las exactas que quería mostrar, pues no deseaba ocasionar disputa, pero ese chico que ante mí se hallaba, había creado nuevas heridas que eran necesarias eliminar de alguna forma, y no precisamente volviéndolo a amar.

- Pero... te quiero.

Miré hacia el cielo, pues estaba a punto de soltar lágrimas otra vez, me tapé mi rostro y sollocé. Mi reacción daba paso a la desgracia que me consumía por dentro, poco a poco, la infidelidad en esos años de mi vida, había hecho de mí, una chica fuerte y a la vez tan débil. Un contrapuesto de sentidos, que ni yo misma comprendía. 
Sin embargo, mis piernas no recorrieron el camino correcto, pues en lugar de dirigirse hacia dentro de nuevo, fueron directas, sin dudar, hacia él. Le cogí la cara con mis manos empapadas en lágrimas que hacía dos segundos había derramado, y con un beso casto me despedí de él, volviendo de manera repentina a la dirección exacta.

- ¿Te vas?

Mencionó algo angustiado y con un nudo en la garganta.

- No, te vas tú.

Y cerré la puerta. Por dentro mi corazón explotaba, mi alma suplicaba que volviese a abrir el portal que antes en su nariz había cerrado, obligando a que marchase. Esperé detrás de ella, hasta que escuché el motor de un coche, el suyo, observé por la ventana y ya se había ido.
Había perdido para siempre a la persona que más había querido, pero había ganado algo fundamental, mi libertad. 

domingo, 4 de agosto de 2013

Única

Entre cascadas muestra su sonrisa, dejando a la vista hermosos dientes rectilíneos que sobresalen de sus finos labios rojos.
Sus ojos azules como el cielo de primavera avanzan en la negrura de la noche, que como destellos muestran su peculiaridad, su tintineo y sobre todo, sus ansias por avanzar en el ancho camino de la avenida.
Sus manos se encuentran congeladas, dejando a la vista sus largas uñas coloreadas de sueño, manos finas, de princesa.
Su silueta no es del todo distinguida entre la lluvia, pues le caracteriza su constitución delgada y sus piernas largas recorren el sendero despacio, por temor a tropezar, solo es una chica normal.
Sin embargo, hay algo que hace que sea diferente, pero que a simple vista nadie llega a alcanzar. Muchos se preguntan qué lleva en esa distinguida mochila de tela que cuelga de su espalda, esa que en toda ocasión le hace compañía cuando a la calle sale... Unos piensan que transporta dulzura, la misma que invade en su cara de niña; otros creen que son aparatos electrónicos que la distraen en la distancia. 
En cambio, solo ella sabe hacia donde se dirige y el objetivo que tiene su particular bolso; de él saca una pequeña libreta y un bolígrafo, mientras se sienta en la espesura del bosque, y tan solo lleva en esa mochila el sueño, la imaginación y el despertar de niña. Pues es una chica normal, pero su forma de escribir, sin imitación alguna, la hace única. 

 

jueves, 1 de agosto de 2013

Avión de papel

- Oye... ¿me haces un avión de papel?

Me dijo entre balbuceos y con su forma tan peculiar de hablar, mi sobrino de tres años.

- ¿Para qué quieres un avión de papel?

Atiné a contestar, pues no tenía ni pizca de ganas de estar distrayéndome con un simple papel de libreta de cuadros que traía entre sus manos.

- Para volar.

Me comencé a reír a carcajadas. Me preguntaba como era posible que los niños fuesen así de inocentes. 

- ¿Por qué ríes?

Una voz habló detrás de mí, era mi hermana y madre del niño que me había causado la risa. 

- Tu hijo quiere que le haga un avión de papel, para montarse en él y volar.

- ¿Y eso te causa risa?

La respuesta de mi hermana fue algo inesperada. Cogió el papel y le hizo el avión que yo segundos antes me cuestionaba el porqué hacerlo.

- Adelante piloto... el avión es todo suyo, que el vuelo sea satisfactorio.

El pequeño comenzó a reír y haciendo el sonido típico de una moto, que nada tenía que ver con el de un avión y que ni por asomo era parecido, salió corriendo a comenzar el juego. 

- Pablo ven.

Me dijo. La acompañé hacia el lugar que ella quería y sin esperarlo me guió hasta el sitio de la casa que más conocía y donde se encontraban en un rincón olvidadas las carpetas llenas de fotos cuando éramos pequeños.  
Sin siquiera vacilar cogió un álbum que tenía como nombre, "Cinco primeros años de Pablo", por lo que supuse que se trataban de fotos mías. 
Abrió la página por el sitio exacto ante la sorpresa y mi mirada atónita, pues observé que en la foto me hallaba yo con un avión de papel en las manos, igual de sonriente que mi sobrino se había marchado con anterioridad.

- No es tan absurdo volar en un avión de papel ¿verdad?

Mi hermana mencionó esta última frase con cierto aire irónico. Me dejó con la foto en mi regazo y comencé a reír, esta vez de mi mismo... es cierto que la inocencia de niño es algo realmente maravilloso, pues te permite volar en un simple avión de papel. 

Seres mitológicos

Estoy sentada en el suelo, con las piernas cruzadas. En el sofá está mi hermano, dormido. Todo está en silencio; él ha llegado de trabajar ...