- Abrázame fuerte y no me sueltes -
Las palabras de ella mostraban seguridad hacia su persona y a la misma vez un suspiro de debilidad, pues sabía que le correspondería el abrazo, pero sin mostrar a ciencia cierta lo que su corazón sentía al unirse con ella en la noche.
- Sabes que tengo algo que contarte -
Mostró entre labios dubitativos y abriendo como platos sus ojos verdes, al mismo tiempo que la abrazaba como le había pedido minutos antes, entre sábanas blancas y pieles desnudas.
La mirada de la joven, en ese instante, ofreció un "adelante" y una media sonrisa asomó por su rostro, esperando impaciente la noticia de su amante.
- Creo que me he enamorado -
Aunque lo mencionó con un tono de tristeza en su voz y sin mostrar emoción alguna; el rostro de ella cambió por segundos, pues esa frase escapada de sus finos labios significaba que por fin él sentía lo mismo.
- ¿Y eso es malo? Por fin sientes lo que yo -
Esas cinco palabras que había dicho con antelación le habían cambiado la perspectiva de futuro a su lado, pero la tez seria que ofrecía él en la negrura hizo que por primera vez la princesa quisiera dejar huir al sapo, por miedo a que se convirtiera en un verdadero príncipe.
- Estar enamorado es bueno y sobre todo si la otra persona te corresponde -
Atinó a decir la mujer aún niña que se hallaba cobijada entre sus brazos de hombre ya maduro; y entre manos que habían vivido mil y una historia más de lo que ella había podido disfrutar.
- Es que no sé si ella me corresponde exactamente -
Ahora su cara se llenó de dudas, entrecerró sus ojos y expresó un gesto de incomprensión que seguro él mismo notó a pesar de la oscuridad que habitaba el dormitorio, el de ella.
- No entiendo el porqué dices esto, si sabes que te amo -
Dijeron entre sollozos los ojos color agua de la muchacha, que casi se llenan de mar salado mencionando las últimas letras.
- Pero... -
Seguía sin nombrar lo exacto, cuestión que la abrumaba...
- Pero... tú no eres la chica por la que mi corazón siente -
En ese momento, ella se quedó quieta, sin saber muy bien qué decir, pues el chico que estaba durmiendo con ella, en su cuarto, en su misma cama... y que lo había hecho durante casi todo un año... acababa de escarbar una cueva en lo más profundo de su corazón, sin ni siquiera dejando respirar. Ella, a pesar de su inmadurez e inexperiencia entendió perfectamente las últimas palabras mencionadas por él y a pesar de que tenía sus ojos encharcados en lágrimas dijo sin reparo...
- Tienes una cara muy dura y un corazón hecho de piedra -
Y siguió en la misma posición, llorando; incluso él aún la tenía agarrada fuertemente.
El chico no hizo mención alguna, simplemente cerró sus ojos y siguió durmiendo a su vera, pues tenía miedo de dejarla marchar, aunque de otra chica estuviese enamorado.
miércoles, 21 de agosto de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Seres mitológicos
Estoy sentada en el suelo, con las piernas cruzadas. En el sofá está mi hermano, dormido. Todo está en silencio; él ha llegado de trabajar ...
-
http://issuu.com/virginiaespinosa0/docs/mu__eca_de_papel._cap__tulo_cinco.d
-
Corazón... ¿sigues ahí? Ya casi nunca oigo tus latidos, creo que se han quedado parados por miedo, se hallan callados por temor a hablar m...
-
- ¿Qué ha sido ese ruido? - No estaba solo, su gran gato persa se había adentrado en su habitación y vigilaba con impaciencia la venta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario