sábado, 28 de junio de 2014

Perdí

Perdí tus huellas sin querer, me introduje en el abismo de olvidarte y creo que lo hice demasiado bien, pues hoy he descubierto que tu recuerdo se marchó, así, sin más. Perdí tu voz y me lastima el saberlo... y es que perdí tus ojos, tu risa, tus manías; perdí mi todo al perderte a ti. 

Perdí mi yo al distanciarme de tus enfados, al olvidarme de cómo pronunciabas un "quizás" o cuando, sin más remedio, tus labios decían un "no". Perdí mi esencia cuando tus manos ya, a pesar de que lo añoro, no me volvieron a tocar; al igual que mi interior marchó porque ya no acaricias mi rostro cuando necesitas buscar mi boca y las papilas gustativas del querer, mi querer.

Perdí tus intentos de hacerme reír cuando me enfadaba contigo y maldito el perder cuando eras el único capaz de sacarme una sonrisa después del llanto, también causado por ti. 

Perdí mi libertad a pesar de que siempre he sido libre, perdí mis intenciones del amor, ya que mis ilusiones se fueron tras él. Temo a esta libertad, a los soldados de mi interior que vienen pisando fuerte y con sed de guerra; con ansias por ganar una batalla... la nuestra. Maldigo que siempre seas tú el vencedor. 

Y aunque te perdí, me odio por escribirte siempre ... a ti y a lo que queda en mi cuerpo de tu aroma. Me odio por recordarte en cada instante, odio mis palabras hacia ti, odio que no leas lo que te escribo... y más odio que seas mi primer pensamiento al despertar, pero de nada me sirve ya, pues te perdí. 

Perdí mis ganas de demostrar al observar que, una vez más, como una voz compañera me dijo en alguna ocasión... "una etapa de tu vida ha finalizado"; lástima que ésta haya cerrado al perderte.





domingo, 22 de junio de 2014

Enamorada

Un día, el menos pensado, se enamoró. No hizo falta buscar entre bares, ni tan siquiera fue obligatorio rebajar su cuerpo de mujer a manos de cualquiera... si es que no tuvo que mencionar un te quiero llevadero con la brisa y sin respuesta... esta vez no.

Un día, el menos pensado, se enamoró. No fueron necesarios ramos de flores, ni tampoco mensajes en la noche, no fue necesario lanzar oportunidades al viento sin contestación... no hizo falta convencer, ni invitar a encuentros inesperados pero totalmente llenos de ilusión; ni siquiera se rozaron sábanas que invitaron a una sinfonía en la madrugada. 

El día menos pensado, se enamoró. No fue de sus ojos, ni de su sonrisa, tampoco sus manos influyeron... no hicieron falta caricias, ni besos de despedida, porque un día, el menos pensado, se enamoró. 

Sí, se enamoró... lo hizo a descaro de su corazón, esta vez rejuvenecido, se enamoró de aquel sendero recorrido en el tiempo desde que, irremediablemente, comenzó a vivir en el mundo real... se enamoró, sí... pero no de cualquiera, fue del propio reflejo que ofrecía el sonido del despertador todas las mañanas, fue de su rutina en busca de la felicidad.

Y es que el día menos pensado y sin más remedio.... me encontré enamorada de la vida. 







lunes, 16 de junio de 2014

Noche serena

Me gusta la noche serena... aquella en la que tú, al igual que la luna, me regalabais los más hermosos versos; estrofas que me sabían a tí... a tu silueta y a tu característico aroma. Aquella noche mansa en la que estrellas tintineaban en el cielo, buscando un hueco hasta el amanecer; esa noche es la que deseo.

Hasta ahora no he sido consciente de lo que concierte observarlas sin tu calor, y es que quizás me quedé con ganas de más, tal vez sea eso  la causa de mi dolor y aquello que realmente me atormenta... y no porque te quiera es por lo que me hallo así. 

Sin más remedio, en esta noche serena, diviso tu sentir, observo a ras del suelo cada palabra dedicada en el viento, cada suspiro lanzado al aire y cada expectativa rozada de silencio... 

Esta noche serena me apacigua y al mismo tiempo me gusta, porque aunque no estés conmigo, irremediablemente... me recuerda a tí. 






martes, 10 de junio de 2014

Amor verdadero

Hoy mi vida tiene un apartado más porque he arriesgado a echarte de menos. Hoy me he dado la oportunidad de poder extrañarte, no sé si a ti como persona, o a lo que me provocas cuando estoy contigo.

Y sin más remedio, por mucho que mienta a mi alrededor, te echo de menos, sí lo reconozco... extraño tus palabras y también tus manos, añoro tu presencia en la noche, hasta incluso cuando en el refrán de mi deseo aparecía esa pequeña frase que me dedicabas solo a mí antes de dormir; palabras que no eran exactamente las que yo quería apreciar, pero que bastaban para hacerme ver que me pensabas.

Te echo de menos, sí lo reconozco... quiero olvidar, pero caigo en el recuerdo de quererte demasiado, es entonces cuando mi mundo se convierte noria y comienza nuevamente a girar, otra vez la misma historia, nuevamente tu imagen en mis ojos, una vez más tus manos rozándome, pero como siempre... tú realmente lejos. 


Te echo de menos, sí lo reconozco... mi imaginar crea una novela perfecta en mi cabeza, tras letras y letras que acaban transformándose, sin yo querer, en una auténtica necesidad que acaba siendo la peor de mis pesadillas... pues ojalá pudiera cobijarte, ojalá pudiera tenerte cerca y ojalá un tú y yo por arte de magia.


Pero no solo te escribo a tí, también lo hago a mi corazón, porque él me hace volar cada expectativa en el silencio, cada sentimiento se vuelve realidad por una milésima de segundo, y es que cada latir se vuelve más profundo cuando mis ojos quedan cerrados; le escribo para hacerle ver que las ilusiones que él mismo crea sin razón, hacen daño. 

Simplemente, hoy me apetecía escribir a la ley gravitatoria de los sueños, aquella que me empuja hacia el suelo, a mí y a cada una de mis fantasías, a cada uno de esos cuentos derrochadores de imaginación en mi madrugada; aquellos cuentos que reflejan en mi alma al despertar una vez más, que el amor es inexistente y que mi odio es mayor hacia aquellos que dicen haber encontrado el amor verdadero. 



Seres mitológicos

Estoy sentada en el suelo, con las piernas cruzadas. En el sofá está mi hermano, dormido. Todo está en silencio; él ha llegado de trabajar ...