miércoles, 19 de octubre de 2016

Fuente de vida eterna

No es usual verlas caminar por nuestro humilde pueblo, todas calzan los mismos zapatos, todas visten igual color y las miradas, aunque distintas, son desafiantes.

Es cinco de Enero y han llegado para la elección. Las niñas, como cada año, se colocan en fila de uno dándose la espalda, la más mayor no puede tener más de 17 años y la más pequeña no debe ser menor de diez. De sus cuellos cuelgan unas tarjetas con un nombre y una habilidad, la habilidad más común es descartada, las visitantes ya son demasiadas y cada año es más difícil tomar una decisión.

El pueblo cada vez tiene menos habitantes y entre todas las que ahora forman la fila no suman 30. Yo estoy detrás de la valla contemplando la escena, hace tan solo un par de años aún me encontraba entre ellas y deseaba ser elegida, no sabía dónde se llevaban a la afortunada pero quería salir de la rutina. Los chicos también observan con detenimiento, - ¿quién será esta vez? - nos preguntamos todos.

Nunca vuelven nuestras vecinas y amigas, siempre son las mismas las que nos visitan y parecen no envejecer, me pregunto cuál será su fuente de la vida eterna. 

La más mayor deja de avanzar y se gira en mi dirección saludándome inclinando su cabeza, miro hacia atrás pero no hay nadie, no hay mujer mayor que yo que acuda a este acto, ni siquiera las madres de las criaturas que se encuentran en la palestra a la espera están allí, me señalo con un dedo de forma dubitativa y me anima a unirme al grupo. - No, no - digo articulando los brazos, - ya tengo 19 - . 

Lleva unos zapatos en las manos y con una sonrisa me los ofrece. No sé qué hacer, quedo petrificada ante aquel acto pero la suerte ya está echada y mía será la decisión, -¿qué niña será la próxima en partir?- ahora solo yo tengo el poder de elegir, tengo en mis manos unos zapatos que ni siquiera sé lo que significan.

- Quiero ser yo la elegida - digo decidida. La más mayor sonríe ante mi respuesta -Eso es exactamente lo que quería oír-. 


Resultado de imagen de mujer con zapatos en las manos
  




viernes, 14 de octubre de 2016

La nueva sociedad



Nada es como hace un par de horas. En este momento nuestras pupilas divagan en el tiempo buscando aquellas preguntas y no hallamos contestación. Ya todo es inevitable, absolutamente todo ha cambiado y a lo lejos se encuentra la nostalgia secuestrada en los abismos de este mundo, todos podemos palparlo.

Un simple clic de ratón ha perturbado a toda la sociedad, ¿qué diablos? Ya ni siquiera vivimos en sociedad. Yo desde luego no la llamaría así.  

Justo ahora me he cruzado por la acera a mi mejor amiga, nos conocemos desde niñas y no me ha mirado. Creo que yo tampoco la he saludado.

Llevo agarrada la mano de mi hijo, soy consciente de que devora un caramelo con palo, no recuerdo la marca. Le he vestido con un polo azul marino y un pantalón corto beige, los cordones los lleva atados con un doble nudo espectacular que su padre esta mañana le ha hecho con mimo y delicadeza. Tiene los ojos marrones, como los de él, ¿o eran verdes? 

Hay muchas pancartas por la ciudad, nunca antes habían estado ahí, petrificadas y con un mismo cartel, parece anunciar que algo aterrador se acerca. Unas frases espeluznantes separadas por comillas: “No mires atrás”, “Vigila tus pasos”  “No estás solo”. 

Los vellos se me erizan, pero mis movimientos son robóticos, no cambio la dirección, sombras pasan a mi alrededor y no consigo caracterizar a nadie, ni un rostro conocido. 

Óscar reclama mi atención, está llorando pero no sé por qué. No quiero abrazarlo, tiene que crecer. La política del nuevo gobierno insiste en que no se debe mostrar afecto a los más pequeños. Tenemos que crear personas que carezcan de sentimientos. Aún no sé cuál es el objetivo de esto.

El móvil está en mi mano izquierda, escribo con rapidez un mensaje y una nueva actualización está haciendo fallar el sistema operativo, me desespero. Grito de rabia, pero a nadie parece molestarle. El aparato electrónico se apaga y lloro de furia, en su pantalla negra aparecen tres frases en blanco y separadas por comillas: “No mires atrás”, “Vigila tus pasos”, “No estás solo”. 


Resultado de imagen de sociedad del futuro

Seres mitológicos

Estoy sentada en el suelo, con las piernas cruzadas. En el sofá está mi hermano, dormido. Todo está en silencio; él ha llegado de trabajar ...