miércoles, 31 de octubre de 2012

Andada al recuerdo

Consistía en quedarse absolutamente quieta, sentada sin pensar en nada y comprobar si lo echaba de menos y si mi mente se dirigía a sus ojos cuando tranquila me encontraba.
con las piernas cruzadas y la espalda apoyada en aquella pared sucia y destrozada, comenzaba mi andada al recuerdo.
En aquel recuerdo observé una figura a lo lejos, parecida a la de un muchacho alto y delgado...entonces, me asusté, y abrí con prisa los ojos...era exacto que aquella visión era de él...pero seguía con temor por verle y saber a ciencia cierta como reaccionaría mi corazón al encontrarme con su presencia en mi cabeza.
Mi orgullo me cegaba y mi indecisión unida al desengaño vivido me cohibía a continuar con el viaje.
Pero mis sentidos acabaron venciendo a todo ésto y mi cabeza, engañando a mi memoria siguió con la imagen mostrada con anterioridad.
Esa imagen venía avanzando y conforme se acercaba a mi persona se podía apreciar su sonrisa característica...y sus pestañas alargadas y ojos profundos se empezaron a clavar en mi ser.
Una vez más desperté, y mi ropa mojada estaba, eras las lágrimas que nuevamente caían a borbotones llegando al corazón y demostrando al mundo que un recuerdo es mucho más que una simple imagen... es todo un sentimiento.

domingo, 28 de octubre de 2012

Amigas para Siempre



Un muro frente a mí, lleno de pintadas, que no eran consideradas gamberradas, ya que se trataba de arte, de sentimientos, reflejaban diferentes experiencias y me invitaban a soñar.
Mientras escribía todo lo que aquello me transmitía, y ahí ya empezaba mi pasión por la escritura, por la lectura...por el poder expresar.
Observaba evadida cada línea realizada, los cascos y la música hacían mucho más fácil imaginar el porqué de las trazadas y que significaba cada dibujo. Se podía ver a color, una mujer desnuda, de espaldas y miraba de reojo a un muchacho sentado también sin ropa... ¿representaría amor? O... ¿todo lo contrario? 
Lo único que sabía con certeza es que no podía parar de mirarlo, y saber que era un sentimiento que jamás había experimentado, porque apenas contaba con 12 años de edad.

- ¿Quién soy?

Alguien me había tapado los ojos con sus manos regordetas y dedos pequeños, con un par de anillos a cada lado y de lejos pude escuchar esa típica pregunta cuando deseas sorprender a alguien.

- No sé, ¿Santa Claus?

Empezamos a reírnos a carcajadas como siempre hacíamos por cualquier tontería. Realizamos ese saludo típico y añadimos "Para toda la Vida".
Me acompañó a sentarse en el banco y me siguió en mi silencio, creo que no entendía muy bien lo que hacía, pero se limitó a colocarse sus auriculares, escuchar música y saborear una piruleta, mientras yo la miraba y pensaba... "Amigas para Siempre".




sábado, 27 de octubre de 2012

CUENTO (EL DERROCHADOR)

Se levantó bostezando, un día más se encontraba en la calle, pidiendo limosna. 
Tenía la ropa completamente sucia, y su pelo, había dado lugar a una especie de fregona, debido a la suciedad de la calle.
Miraba a un lado y a otro, siempre que podía, robaba dinero a esas personas que tenían compasión por él, sin saber, que este hombre, Octavio, que así se llamaba, después, lo gastaría en cosas sin sentido, y que no le servirían para sobrevivir.
Entre estas cosas, había revistas para entretenerse en su día a día, pero no se hallaba alimentos ni productos para asearse, que era lo que realmente necesitaba
Un buen día, se acercó a una tienda de animales, y con dinero que había conseguido en varias semanas, se compró un perro, sin saber, que éste le cambiaría su vida.
Este perro, al cual le puso de nombre Chuchi, no se trataba de un perro corriente, era de color grisáceo y tenía diversas manchas rondeándole sus cuatro patitas grises y en la frente, entre sus dos diminutas orejitas, tenía una mancha igual a las otras, sólo que en forma de estrella.
A los pocos días de estar en la calle, Chuchi se despertó de madrugada con frío, lamió el pie de Octavio que sin zapato lo tenía y pronunció...

- Eh tú, si tú....

Octavio observó extrañado y miraba en todos los sentidos para ver de dónde provenía la voz, hasta que se pudo dar cuenta de que era Chuchi quién se dirigía a él, pensando que se había vuelto completamente loco.

- El qué se tira desparramado todo el día sin hacer nada, sólo encargado de pedir y pedir, sin dar nada a cambio... ¿Quieres que me muera de frío y hambre?

El señor seguía sin creérselo, se frotaba los ojos con sus manos negras por la suciedad, no era posible que un perro hablase.

- ¿Qué pasa, te vas a quedar callado?

Al poco rato, cuando asumió que no era un sueño y que, verdaderamente no era fruto de su imaginación...

- ¿Qué pretendes que haga? No tengo dinero, y sin dinero no puedo hacer absolutamente nada.

Contestó Octavio, sin saber muy bien porqué daba explicaciones a un simple perro.

- No soy un simple perro - Contestó Chuchi, como si le hubiese leído el pensamiento. - Puedes ayudar a la gente, por ejemplo, a esas personas ancianas que entran en el mercado y no pueden cargar con sus bolsas, y que, a cambio, te ofrezcan algo de comer, para tí y para mí.

- Ya claro, y con estas pintas nadie va a querer ni siquiera que les ayude.

Chuchi observando que Octavio no tenía remedio, tuvo que pasar al segundo plan, que no tenía intención de mostrar a este hombre, que sin compasión, lo había sacado de la tienda de animales, en la que tan perfectamente se encontraba.

- Como veo que no tienes muchos ánimos por salir de la situación en la que estás, te voy a decir un secreto. Si pulsas la pequeña estrella que tengo por mancha en la frente conseguirás lo que deseas. Pero cuidado - avisó Chuchi - Si abusas de lo que te acabo de contar, acabarás mal, así que me harás caso en todo lo que te diga, y siempre, sin derrochar.

Octavio comenzó a reirse sin parar, no se creía nada de lo que estaba diciendo, pero por probar, pulsó la estrellita y...de pronto, una luz brillante salió de esa pequeña mancha, mostrando un objeto, dándole forma de cartera.
Chuchi, corriendo, la cogió con su boca, antes de que Octavio, con impaciencia, se abalanzase hacia ella, esperando encontrar dinero.

- No es una cartera cualquiera - Dijo sonriente Chuchi, pasando el objeto a sus patas. - Se trata de una cartera mágica, la cual abres y no hay nada, la cual cierras, pides una cierta cantidad de dinero, y al abrirla de nuevo, ahí está lo que pedías.

Octavio tenía los ojos como platos y entre tartamudeo dijo...

- ¿Me dejas probar?

Chuchi se lo pensó dos veces, pero al final accedió.
El hombre abrió la cartera, hizo el proceso que antes había mencionado su perrito, y dijo, deseo 100 euros...y volvió a cerrar.

- Pero... ¿Para qué quieres tanto dinero?, sabía que no debería haberte comentado esto - Dijo Chuchi asustado.

Abrió la cartera y ahí estaban, 100 euros, nuevos, sin usar, para él...a  Octavio se le hizo la boca agua, pero antes siquiera que hiciera ademán de levantarse, Chuchi lo interrumpió.

- Quedamos en que me harías caso, así que, dame la cartera y haremos lo que yo diga. Con estos 100 euros compra algo de ropa, vete a un hotel a asearte, y por último por un cartel en el que pongas que ayudas a las personas a cambio de comida - Mencionó Chuchi decidido.

Octavio se quedó callado, observó la cartera que poseía en sus manos, miró al perro que hacía unos momentos le había dado la llave de la felicidad y se giró sin hacer caso a lo que Chuchi comentó.
Chuchi se quedó perplejo, no se lo podía creer, y sabiendo cual sería el futuro de Octavio, a voces dijo...

- Te lo advierto, y quién avisa no es traidor. Esa cartera llegará un momento en el que no te haga caso como derroches el dinero, así que, si no quieres mi compañía, al menos, haz caso a estas palabras...siempre, sin derrochar.

Octavio hizo poco caso a las últimas palabras de éste y se puso en marcha, por supuesto le haría caso, se compraría ropa, la más cara que encontrase, y también se dirigiría a un hotel en busca de aseo.
Cuando ya hubo concluido esta tarea, ni por asomo, colocaría un cartel.
Cogió su cartera, y esta vez, pidió 200 euros, con los cuales alquiló una limusina con chófer para dirigirse a la mejor inmobiliaria que hubiese en la ciudad.
Una vez que llegó al lugar del destino, observó las casas que estaban en venta, y aquella que tenía piscina y tres plantas, fue la que decidió comprar.

- Perdone señor, ¿cuánto pide por esta casa?

El señor de la inmobiliaria miró de arriba hacia abajo a este hombre, vio que iba en traje de chaqueta, tenía la barba recortada y un pelo corto y repeinado.

- Esta casa es de las más caras, cuesta 200.000 euros.

Octavio concluyó la charla diciendo...

- He de hablarlo con mi familia, ahora regreso - mintió descaradamente.

Se dirigió a la puerta, cogió su preciada cartera y dijo...deseo 500.000 euros. Con su tal cantidad de dinero en la mano, volvió a entrar, se sentó en aquella silla y ofreció todo el dinero en metálico...ya tenía casa.
Miles de cosas como estas siguió haciendo...contratar a sirvientas que limpiasen, ir de viaje, visitar los restaurantes más caros...y siempre diciendo entre dientes...

- Vaya vaya con Chuchi, al final era mentira lo que me dijo la última vez que nos vimos, el dinero nunca se acaba, tengo la felicidad completa. Estoy seguro de que lo único que quería era que lo compartiese con él.

Un día cualquiera, sonó el timbre de esa inmensa casa, con la poca sorpresa de que era un niño pequeño casi desnudo, y muy delgado.
El niño entre llantos dijo...

- Por favor señor, usted que tiene tanto dinero, dame algo de comer, lo que sea...

Sin abrirle la puerta y mirando por el telefonillo, contestó severo que no le interesaba y que no le iba a dar nada.
El niño se fue.
En el mismo día, poco después, sonó de nuevo el timbre, esta vez con más intensidad y al asomarse, se trataba de un hombre de buena familia que había llegado a la ciudad y deseaba encontrar una dirección.
De la misma forma que echó al niño, echó al hombre.
Cuando ya estaba muy entrada la tarde, una vez más, llamaron a la puerta...
Esta vez no se trataba ni de un niño indefenso, ni de un hombre perdido, sino de una bella mujer entrada en años que deseaba asilo, ya que estaba a punto de llover y no tenía donde quedarse.
Cansado ya de tantas visitas indeseadas, salió a la explanada donde tenía la piscina y dijo a voces...

- Cartera, quiero todo el dinero del mundo para estar completamente solo en el planeta, sin nadie que me moleste...yo sólo, absolutamente sólo.

Abrió la cartera, una luz anaranjada salió de ella cegándolo completamente, y cuando despertó, no halló nada, sólo había oscuridad a su alrededor, no había ni casa, ni piscina, ni nadie.
Echó a llorar...

- ¿Por qué, yo no quería esto? - Decía lamentándose de lo que había pedido.

De nuevo, otra luz, esta vez de color azul, que dio paso a Chuchi que conforme iba avanzando entre nubes también azules, se pudo apreciar que se convirtió en un hombre.

- No soy un hombre cualquiera, soy un ángel. Quise ofrecerte ayuda y no la supiste aprovechar. Te acerqué a tres personas que necesitaban tu ayuda para que te dieses cuenta de que antes estabas como ellos y así poder perdonarte por todo lo que habías derrochado, pero aún así, los echaste de tu casa, y la avaricia acabó rompiendo el saco. Ahora, por todo lo que has hecho, te encargarás de ayudar a los demás.

Sin esperarlo, Chuchi cogió su cartera, y la puso en la frente de Octavio, convirtiéndolo en perro.
Ahora se encontraría en una tienda de animales con una mancha en forma de estrella en la frente que escondía una cartera mágica, esperando a que alguien lo cogiese, para así ayudarlo en la búsqueda de la felicidad, en la cual encontraría la suya propia...y claro está, siempre sin derrochar.


FIN.




lunes, 22 de octubre de 2012

Hadas


Avanzaba decidida con esos tacones de esparto por una gran avenida, calle abajo, divisando todos los comercios que se iba encontrando a su paso.
Algo en ella era especial, tras esos pies hermosos, le seguían unas largas y finas piernas, que hasta dificultad encontraba al andar, puesto que cada vez le temblaban más al caminar por las piedras que había en el camino.
Un poco más arriba de las rodillas empezaba una falda con un estilo extraño al de los demás, pues ella no iba a la moda, era de color morado y llegaba hasta debajo de los pechos, también igual de pequeños que las piernas, cubiertos por un corpiño de hadas.
Sus brazos eran alargados, tanto que casi rozaban el suelo, pero los llevaba cruzados, sosteniendo un gran bolso lleno de magia.
¿Su cara?, estaba siendo alumbrada por el deslumbrante sol que protegía la ciudad, tenía los ojos enormes y eran de un color violáceo, se podía observar unos enormes coloretes de color rosado en sus mofletes y unos dientes rectilíneos.
Escuchó de lejos el sonido de los pájaros, pues en ese momento paseaba por un lugar lleno de césped y por su pelo rubio que a su trasero llegaba asomó su oreja, picuda, moviéndose nerviosa  queriendo saber donde se encontraba el ruido.
Y por último, en su espalda se podía ver como resaltaban todos y cada uno de sus huesos y justo en medio, dos finas líneas de un color verdoso que, rápido, una vez que estaba sola, se pudo comprobar lo que era...su alas que le permitían volar lejos...porque las hadas no sólo existen en los cuentos.






Añoranza


Caminaba despacio por la calle, divisaba todo a su alrededor y con cada gota de agua que caía en la mañana se entretenía y le inventaba una historia, puesto que le caracterizaba su locura.
Sostenía en sus manos un lápiz y una libreta en la que escribía sus sueños, en la que imaginaba cómo llegar lejos, como despegar del mundo en el que se hallaba.
El parque infantil le daba inspiración, pues su impaciencia se parecía a la de los niños, pero aún así no se atrevía a sentarse en uno de sus bancos a escribir, debido a su timidez, inseguridad ante aquellas personitas diminutas que se entretendrían en juzgarle señalando con el dedo lo que estaba haciendo.
Seguía avanzando con paso dubitativo y a lo lejos, en el cielo, podía empezar a divisar el arcoíris que se había ido formando, debido al contraste entre sol y lluvia, y lo que era ansiedad dio paso a una tranquilidad impropia de él.
Se sentía cómodo esa mañana, algo le llenaba de vitalidad al pasear entre bares que siempre había visitado y ver como nada habían cambiado desde su partida y simpático saludaba a un lado y a otro a esas personas que hacía tanto tiempo que no veía.
Decidió sentarse justo en el centro de aquella fuente ya seca, sin vida y prosiguió soñando, sus ojos, sin esperarlo, se llenaron de lágrimas y así acompañó a aquellas gotas de lluvia que de nuevo empezaron a caer, y todo a su alrededor se convirtió en un mar salado.
Observó las palmeras con las que de niño, en toda ocasión, había jugado y su sensibilidad, una vez más, dio pie a un sollozo que representó, sin ninguna duda, su añoranza hacia el lugar, que le recordó a su despedida y por tanto, a su adiós a todo lo vivido allí.




domingo, 21 de octubre de 2012

Para la eternidad

Observé mis manos, esas que millones de veces rozaron tu piel, que sintieron tu cuerpo una y otra vez, imposibles de contar, ya que los números pierden sentido en el querer, se encuentran perdidos en el amar.
La línea curva de mi cuerpo aún dibuja tu deseo, aún refleja tu ser...todavía sigue grabada tu presencia en mi piel.
Por último rebusqué dentro de mi corazón... y ahí encontré el cachito que tú me dejaste del tuyo y decidí guardarlo para la eternidad.

viernes, 19 de octubre de 2012

Esclava


Observó su figura perfecta, aunque últimamente demasiado delgada, llena de caricias que causaban moratones, y en su mente atormentó una negrura inmensa, parecida al color de la soledad, al color de sus cabellos cortos y rizados y al de sus ojos profundos, inundados en tristeza.
Su cara aterciopelada había dado paso a la rudeza, a la madurez algo incierta, dando pie a seguir.
Quitándose el carmín rojo de sus gruesos labios y el rimel de sus luceros pequeños pero atractivos y con enormes pestañas alargadas, se miró a sí misma, observó su forma de vestir, contemplándola detenidamente, despacio, con cautela, comparándola con la que antes usaba...jerseys de lana y vaqueros de última moda habían sido desechados, dando paso a minifaldas, tangas y algún que otro top que casi parecía ropa interior y que la lucía por las esquinas, por la calle sin luz, sin farolas...sólo la noche y los coches veía pasar.
Ya no poseía piel de niña rosada, ahora tenía una piel quemada por las horas pasadas al sol en las aceras, esperando algún motor sonar.
Ya no la llamaban princesa, ahora era sólo una simple esclava, esa piel ya había sido poseída por muchos hombres, muchas manos y a cambio, dinero, mucho dinero.
Sus pies llenos de callos por los continuos tacones de color chillón que siempre llevaba, y sus manos con dedos largos y finos tenían cicatrices por los lugares que frecuentaba, en ocasiones buenos hoteles, y otras tantas en campo o ciudad a las afueras.
Su vida era rutina inesperada y su calma jamás llegaba... ahora siempre sería mujer de nadie, amante de muchos, pero niña del viento, de las calles y del sueño.





miércoles, 17 de octubre de 2012

Pensamiento del mar...

Vistazo al horizonte, tranquilidad inunda mi ser envolviéndome en una calmada sitonía con olor a sal que me lleva al pasado, que se funde con la melodía de las olas, formando una única canción caracterizada por el sosiego que ofrecen las gaviotas, y que a su misma vez concuerda con la paz de mi voz, recordándome a cada momento la calma vivida en este instante sumergida en arena, sumergida en sueño.


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lunes, 15 de octubre de 2012

¿Qué pasó?

¿Qué pasó destino? 
Si yo a él lo quería por siempre a mi vera...
¿Qué bache se interpuso?
Si el amor que sentía hacia él, era y sigue siendo tan intenso...
¿Quién llamó a su puerta?
Si yo siempre era la primera en llamar a la puerta de su corazón...
O... ¿Es que alguien se me adelantó?
¿Se adelantó en el momento en el que yo me descuidé un poco y fallé?
¿En qué instante la otra persona entró en su ser echándome a mí de sus entrañas?
¿En qué milésima de segundo dejé de pertenecer a sus pensamientos?
¿Cuándo se olvidó de mi piel?
¿Que pasó destino?
Que ahora se encuentra a su vera otra persona y yo nunca jamás...lo pensaré...

jueves, 11 de octubre de 2012

No existen los príncipes azules

Ella iba sola, andaba por las calles y canturreaba alguna que otra canción antigua que se le venía a la mente, la caracterizaba su inocencia pues 18 años tenía, y aún le quedaba mucho por vivir...una vida que tendrá baches, victorias y despedidas.
Pero pronto pasa, ocurre que se encuentra a ese él, que con tan sólo un guiño de ojo la cautiva, y ella tímida, le sonríe, ella cree en los príncipes azules, en los cuentos de hadas y en los finales felices de las películas que tan sólo duran dos horas.
Ella no sabe del fracaso, su mayor problema siempre ha sido estudiar y cuidar a sus amigos de toda la vida.
Y entonces quedan, pasean despacio y siguen mirándose, intercambian gestos y aunque siguen viendo en sus ojos el brillo del mar, el brillo que le ciega y le hace observar cosas que no son, él es más mayor, él ya sabe de la vida, del amor y del desamor, él ya ha experimentado el sabor del querer y también el del dañar.
Pero él  está impresionado de su belleza, sólo desea pasar un rato con ella, solo quiere jugar, soñar...
Primera cita perfecta, primer beso encantado, mariposas en el estómago de ella, sólo fluir y pasarlo bien en la cabeza de él.
Más quedadas, más encuentros y por fin cuerpos que se unen, ella está en un sueño del cual no desea despertar, piensa en un futuro juntos, quiere continuar...
Pero el tiempo pasa y el sigue igual, ella ya ha perdido la ilusión, la esperanza, no quiere volverse a enamorar, ya su cara está bañada de lágrimas que muy difícilmente se llegarán a secar.
Ahora comprende  que no, que tan sólo existen sapos, que los príncipes de los cuentos no existen, y que jamás querrá volverse a enamorar...que ya le han hecho daño y que jamás volverá a confiar, para ganarse su amor...tendrán que demostrarle mucho más.




La lluvia


Llueve, las nubes forman un color algo extraño, se mezcla el color rosado con un gris que recuerda a tristeza, a penumbra…pero aún así, paisaje hermoso se puede observar.
Cada gota de lluvia conlleva una sintonía, cada una tiene una palabra que decir, y otras tantas historias que contar...
Los pájaros vuelan bajo ellas, asustados intentan esconderse en algún tejado, o en algún árbol al que no llegue mucho el agua.
La lluvia hace pensar, te acuerdas del pasado, reflexionas sobre el presente para poder mejorar así en un futuro no tan lejano, que se encuentra entre baches a la vuelta de la esquina, que se ve en el alma la cual se convierte en beso.
Cada sonido que hacen al caer muestra un sentimiento, una caricia que te recuerda a un momento determinado, una charla que te hace pensar sobre lo ocurrido y un tiempo que has perdido haciendo algo que no valía la pena...simplemente...recuerdos.
Y sigues embobada, mirando a la nada, mirando hacia fuera, fluyendo dentro de ti el olor a mojado, el olor de la lluvia...

lunes, 8 de octubre de 2012

Vuelta a la realidad

Paseas por la calle, escuchando la música del móvil a toda voz, evadida del mundo, de los ruidos de los coches, de las pisadas de la gente que pasa a tu lado, de las peleas que se oyen de fondo, adentrada en el propio sueño.
Entretenida en imaginar aquello que deseas que ocurriese, aquellas historias inventadas por tu cabeza que son las que te hacen pensar, luego, más tarde, que estás algo chiflada.
Vas dando pasos en falso, ya que la música hace que las pisadas sean más fuertes o más suaves dependiendo de su tonalidad...y pensando que así llegarás antes, aunque realmente deseas seguir escuchando música, no regresar a la normalidad, no encontrar la calma una vez más.
Te tropiezas con niños pequeños que juegan al escondite, al pillar o simplemente van en patín, deseando hacer locuras, divertirse como niños que son, también ves algún que otro animal abandonado, y te percatas de vez en cuando de algún muchacho guapo que anda también despistado.
Y entonces cruzas, los últimos pasos hasta llegar al lugar del destino y aminoras el caminar,  ya que deseas seguir imaginando...llegas al portal, coges la llave, abres la puerta y otra vez, ya definitivamente, de vuelta a la realidad.

Dueña


Yo no soy dueña de mi futuro, sólo el destino es el encargado de guiar mis pasos en el tiempo, el encargado en mostrarme lugares que antes no conocía, encargado de conocer mi día a día, el encargado de demostrar a quien ofrecer mi confianza y a quien no darle la mano jamás.
Yo no soy dueña del qué dirán, sólo las personas serán las que se encarguen de juzgarme, de orientarme y en alguna que otra ocasión convencerme para que no continúe por el camino equivocado, aunque realmente sea ese el que debería coger por fuerza de querer.
Yo no soy dueña del amor, sólo Cupido será el encargado de flecharme, aunque no envíe su flecha de amor en el sentido indicado, aunque siempre esté ese no te quiero tan indeseado que esperamos no escuchar nunca hacia nuestra persona.
Yo no soy dueña del sentir, sólo las experiencias son las únicas capaces de demostrar lo que sentimos, de anhelar lo que soñamos, de obviar lo inesperado.
Yo no soy dueña de la libertad, sólo el poder propio te dirá lo que puedes alcanzar, lo que debes realizar, lo que tu conciencia desea pronunciar.
Yo no soy dueña de tus pasos, tú solo debes guiarte el camino que quieres seguir, aunque nuevamente el destino se encuentre en tu camino, se encuentre en tu andar, deseando torcerlo.
Pero soy dueña de mí, soy dueña de mi cuerpo, soy dueña de mi silencio, soy dueña de lo que me rodea, soy dueña de lo que quiero llegar a ser, de lo que deseo conseguir cuando pase el tiempo, aunque en mi sendero se interpongan fallos que deba esquivar a base de esfuerzo, a base de constancia, sólo con fuerza de voluntad.
Sólo yo sé lo que quiero ser, sólo yo sé lo que debo hacer...y el destino aunque me tenga preparado baches, no hará que retroceda de mi futuro, de mi deber, de mi sueño...jamás.

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miércoles, 3 de octubre de 2012

Quisiera

- Quisiera ser un pájaro...
- ¿Un pájaro?
- Sí, un pájaro, para volar lejos, desaparecer, visitar lugares donde la gente no me conozca, conocer el color de las nubes cuando disimuladas pasan por alguna ciudad, llorar con éstas mismas cuando se encuentren tristes, con un color gris casi negro, hablar con los rayos y andar junto a la tormenta...donde se escuche el soñar, imaginar...
- Quisiera ser un pez....
- ¿Un pez?
- Sí, para nadar por el océano azul, visitar a los delfines y hacerme amiga de los tiburones, mientras las algas me hacen cosquillas en las aletas, ver a los caballitos de mar unidos de tal forma, que hasta envidia dan, ya que ellos sí entienden el significado del amor...codearme con las sirenas, poder subir a alta mar y ver las gaviotas que por allí vuelan buscando alimento...
- Quisiera jugar contigo...
- ¿Conmigo? ¿Qué clase de juego?
- Al juego del amor, al juego de dejarse llevar, al juego de sentir, al de imaginar...al juego de estar juntos por siempre, que cojas mi mano de tal forma que no tengas ganas de soltarla jamás...al juego de soñar, soñar en compañía, soñar que somos el uno del otro y que lo nuestro no acabará...al juego más complejo y a la vez más simple que existe...porque el amor es complejo cuando el otro no quiera jugar, pero cuando ambas almas se unen en una sola, en un mismo sentimiento, en un mismo juego...entonces el amor es la cosa más simple que existe.

Desgastar los zapatos

El tiempo pasa y las suelas de mis zapatos se van desgatando en el camino ya, hasta ahora recorrido desde que mis pies se posaron en este mundo.
Los dedos arden debido a la larga caminata, han vivido lluvias, sequías, granizadas y despedidas. Además de ilusiones, inundaciones y paradas.
Pero en el sendero necesito hacer un descanso, porque hay momentos en los que me encuentro hundida, en un lugar parecido a un pozo sin fondo, a un sitio oscuro muy semejante a la soledad.
En ese descanso, en esa desilusión tengo los ojos cerrados, y aún más oscuro se hace el lugar, debido que ni los luceros propios alumbran el sitio...y de pronto, un respingo, algo me toca el hombro, y abro los ojos, ambos llorisquean por el cansancio, pero cerca está esa mano amiga que hace que todo cambie...que te ayude a continuar, que te de un trago de agua y te de esos ánimos que tanto necesitabas y así proseguir en el sendero de la vida y seguir desgastando esos zapatos.


¿Sentiste?

¿Sentiste como te agarré con fuerza la mano?
¿Sentiste en ese momento como mi corazón se iba con tu partida?
¿Sentiste como poco a poco mi alma se marchaba a tu lado, escapada en un suspiro cuando definitivamente te despediste de un "nosotros" con un simple "adiós"?
No hace falta que respondas, ya sé que sí, sabías con exactitud, con toda claridad que te amaba, que haría lo que fuera por estar a tu lado, incluso humillarme, arrastrarme hacia ti, como en muchas ocasiones ya había hecho.
Y eso, exactamente eso, fue lo que recibí de ti, contuviste la sonrisa, porque realmente no sentías nada, ni siquiera un pequeño nudo en la garganta por verme llorar, por verme derramar todos los sentimientos que tenía hacia ti que se escapaban con las lágrimas.
¿Mi reacción? Verte marchar, no ser capaz de moverme del lugar, no tener la voluntad para abrazarte de tal forma que te transmitiese mi dolor, mi fracaso en el amor, que sintieses como en esos momentos me sentía yo.
Muchos recuerdos guardados bajo llave dentro de mí, cerrados para siempre, como si mi cerebro se tratase de un cofre de madera en el cual se guardan las joyas más valiosas, y mi corazón como un puño cerrado, imposible de abrirse para recoger un "te quiero", para recoger amor.
Manos temblorosas, frías...ya que no llega el calor suficiente del cuerpo, porque éste se quedó vacío, sin vida, porque al fin y el cabo si el que considerabas el amor de tu vida...se va...¿qué te queda por vivir?
Por ello, no creer en el amor, por ello...no sentir.





Seres mitológicos

Estoy sentada en el suelo, con las piernas cruzadas. En el sofá está mi hermano, dormido. Todo está en silencio; él ha llegado de trabajar ...