jueves, 11 de octubre de 2012

No existen los príncipes azules

Ella iba sola, andaba por las calles y canturreaba alguna que otra canción antigua que se le venía a la mente, la caracterizaba su inocencia pues 18 años tenía, y aún le quedaba mucho por vivir...una vida que tendrá baches, victorias y despedidas.
Pero pronto pasa, ocurre que se encuentra a ese él, que con tan sólo un guiño de ojo la cautiva, y ella tímida, le sonríe, ella cree en los príncipes azules, en los cuentos de hadas y en los finales felices de las películas que tan sólo duran dos horas.
Ella no sabe del fracaso, su mayor problema siempre ha sido estudiar y cuidar a sus amigos de toda la vida.
Y entonces quedan, pasean despacio y siguen mirándose, intercambian gestos y aunque siguen viendo en sus ojos el brillo del mar, el brillo que le ciega y le hace observar cosas que no son, él es más mayor, él ya sabe de la vida, del amor y del desamor, él ya ha experimentado el sabor del querer y también el del dañar.
Pero él  está impresionado de su belleza, sólo desea pasar un rato con ella, solo quiere jugar, soñar...
Primera cita perfecta, primer beso encantado, mariposas en el estómago de ella, sólo fluir y pasarlo bien en la cabeza de él.
Más quedadas, más encuentros y por fin cuerpos que se unen, ella está en un sueño del cual no desea despertar, piensa en un futuro juntos, quiere continuar...
Pero el tiempo pasa y el sigue igual, ella ya ha perdido la ilusión, la esperanza, no quiere volverse a enamorar, ya su cara está bañada de lágrimas que muy difícilmente se llegarán a secar.
Ahora comprende  que no, que tan sólo existen sapos, que los príncipes de los cuentos no existen, y que jamás querrá volverse a enamorar...que ya le han hecho daño y que jamás volverá a confiar, para ganarse su amor...tendrán que demostrarle mucho más.




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