miércoles, 29 de julio de 2015

A solas observo

A solas observo por la ventana, aquella que algún día cuando marche quizás añore y me traiga recuerdos. El paisaje que por ella se contempla tal vez me acurruque en su descanso cuando mire atrás en un instante preciso.

El balcón, blanca baranda llena de escarcha en invierno, polvo tiene tu imagen ahora y polvo tendrá la mañana en la que me vaya. - Río - jamás olvidaré ese cenicero mugriento de colillas, ni esa pequeña silla, ni siquiera ella con las piernas cruzadas sentada allí.

- Gracias - esboza mi cara, - gracias por todo -. Resulta irónico agradecer a los objetos, a ese gran cristal que me muestra la calle; a esta pequeña mesa que me acompaña y a este sillón en el que me encuentro sentada.

Camino por el largo pasillo y a solas me detengo a observar este dormitorio cada vez más vacío de cosas materiales pero tan cargado de sentimientos. Gran protagonista has sido, actor del principio de mi cuento de hadas que descubren ese amor verdadero.

- En esta ocasión sonrío -  ilusión es la palabra que me caracteriza desde hace meses atrás. 

- Adiós - intento decir en voz alta, sin embargo de mis labios nace un "Hola" bien alto, sonriendo a ésta, mi vida. 





viernes, 24 de julio de 2015

Duerme

Duerme, que mientras lo haces yo quiero dibujar tu rostro con poesía. Simplemente quiero colorear cada línea de tu cuerpo, disfrutar de tu presencia y acariciarte despacio, lento, sintiendo como tu piel responde a mi contacto y tus vellos se erizan.

Duerme, que callada compruebo esa imperfección tan perfecta que te caracteriza, esas pecas que te describen y esos labios que tanto deseo. No despiertes todavía, déjame observar cada detalle del hombre que me hace feliz; quiero soñar a tu lado un para siempre eterno, que una aún más esos lazos que se han ido creando con el tiempo y que juntos hemos construido.

Duerme, que mientras respiras con tranquilidad yo amo tus pestañas; las mismas que miles de guiños me han otorgado. Déjame desvanecerme en tus ojos ahora cerrados por el cansancio y permite que compruebe que tras esos párpados tu mirada me elige a mí, y que tras esa sonrisa estás soñando conmigo.

Duerme, que yo imagino nuestros momentos y recuerdo cada detalle que hemos creado. Quiero con cautela acurrucarme a tu lado y sentir el palpitar de tu corazón tranquilo, pero no callado, diciendo a gritos que me amas.

Duerme, yo solo te observo y escribo tu retrato con estas manos y este corazón que te ama y te pertenece.

lunes, 20 de julio de 2015

El último pétalo

Lo presencié, de la rosa calló su último pétalo, rojo como tus labios pícaros, rojo como el carmín de la diosa de fuego. 

Ese pequeño detalle me hizo retroceder en el tiempo, me hizo recordar el día en el que a mis manos llegó la preciada flor, ésta que tú misma me regalaste. Imagino en el reloj tu sonrisa mostrándome aquel ramo el día de San Valentín.

- Un brindis por las mejores amigas - me dijiste - 

- Y recuerda, estaré aquí cuando el último pétalo se desprenda de su hermoso tallo -  tus labios gruesos acabaron de pronunciar esas palabras antes de marchar un día más.

Cogí la hoja manchada aún de rojo y me pregunté por qué no sequé esa última flor que quedaba y la guardé para siempre. Maldije mis actos por no haberlo hecho en su momento.

La razón era obvia, no lo hice porque ansiosa esperaba tu llegada. No volviste, las flores se deshicieron, poco a poco derramaron su sangre, también roja. Fueron posándose con delicadeza en mi primer libro, abierto de par en par, postrado a su vera y yo con paciencia observaba.

No volviste y por ello lancé al aire este pétalo, pidiendo un gran deseo...

- Un brindis por las mejores amigas - te dije - 

- Y recuerda, yo siempre estaré aquí, a pesar de que el último pétalo caiga - y lloré.







domingo, 19 de julio de 2015

Esa chica ejemplar

Paula era una chica ejemplar, al menos eso creían todos. La invitaban a pasear, a cenar, incluso en ocasiones al cine. Sin embargo en sus ojos oliva se podía divisar la dulce inocencia - de niña, decían - , la misma que le hacía contestar frases muy singulares:

- No puedo, es tarde - Y echaba a correr calle abajo con la cara sonrosada, evitando contacto visual con aquel grupo de amigos que estupefactos la veían marchar.

- Mañana, tal vez - Reía y se alejaba mirando de reojo a aquel apuesto galán que solo pedía una oportunidad entre esos cabellos rizados y ese rostro angelical.

- Debería preguntar a mis padres - Se mordía el labio inferior, lanzaba un tímido beso al aire y escapaba, ante la mirada atónita de ese pequeño niño que solo le había ofrecido una piruleta.

Jamás había pisado una discoteca, nunca la habían observado en las calles a altas horas de la noche, es más, todos pensaban que ni siquiera salía; tampoco se le conocía amigas.

La llamaban ejemplar porque su corazón no había sido visitado por hombre alguno, porque no se dejaba seducir fácilmente. Era esa chica tímida que callaba, que no hacía protesta y que sonreía al pasar...siempre. 

Se preguntaban todos si esa ejemplaridad duraría mucho tiempo, si esa inocencia tan característica se iría en algún momento, haciendo desaparecer también al famoso Peter Pan de su vida.

Al llegar a casa todo se esfumaba, su sonrisa se disipaba y sus ojos claros se volvían oscuros al traspasar el imperioso pasillo. 

Allí, en su cuarto y alejada de los murmullos de la gente Paula era una chica cualquiera. Soñaba como todas ser libre, viajar a aquel cometa que podía divisar desde su ventana. Sus ojos verdes no imaginaban un príncipe azul acostado en su cama -¡No, qué demonios! - pensaban en un apuesto hombre que todas las noches le ofreciera placer y que al despertar la abrazara despacio hasta hacerla estremecer. 

Paula quería ser alguien, deseaba esa vida de ensueño que todas querían, sin embargo, le ganaba esa, su imagen de chica ejemplar. Y es que Paula era una chica ejemplar... ¿lo era?






domingo, 5 de julio de 2015

Recuérdamelo tú

No recuerdo con exactitud, en cambio sé que el tic tac sonaba demasiado fuerte. Aquel gran reloj de madera parecía querer estallar de un momento a otro y tú a mi lado, dormías plácidamente.
El aire fresco entraba por la puerta abierta de par en par, el frío se apoderaba poco a poco de mis arterias, pero tú, a mi lado, seguías dormido y respirabas con tranquilidad.
La habitación contigua al dormitorio estaba apoderada de un sentir extraño, solo incorporarme, dar unos pasos hacia adelante y sabría con certeza qué fantasma se encontraba allí tomando café en el descansillo de esa gran mansión. ¿Encantada?, no lo sé, no consigo recordar.
El miedo era el protagonista en la escena, solo necesitaba una máscara para formar parte de la acción y entre cortinas poder susurrar tu nombre. A ti, que perseverante, dormías a mi vera.
Sentada a tu lado podía comprobar tu calma, incluso puedo decir que quizás me atreví a rozarte, sin embargo, el ruido de ese reloj me provocaba estupor y hacía que mis vellos se erizaran. No sé por qué, nunca había vivido tal sensación hasta ese mismo instante.
Te besé despacio para no molestarte y cuando abriste los ojos yo ya no estaba allí. Sí, me fui con el sonido del reloj, me fui distraída queriendo ser la única protagonista de tu película; me fui entre las llamas que componían tu ira y simplemente sería yo aquel fantasma que tranquila tomaba café en el descansillo de esa gran mansión. ¿Encantada?... Ahora sí.
A pesar de todo no recuerdo con exactitud como ocurrió... ¿entiendes? Recuérdamelo tú.


Seres mitológicos

Estoy sentada en el suelo, con las piernas cruzadas. En el sofá está mi hermano, dormido. Todo está en silencio; él ha llegado de trabajar ...