domingo, 10 de abril de 2016

Viaje a Madrid

Iba en el asiento trasero, junto a la ventanilla derecha de aquel opel astra, al lado de la persona que me había cambiado la vida y jugando mis cartas al postor que manejaba el auto. No lo conocía de nada, sin embargo su elegancia y estilo me daba confianza y la amistad que tenía con mi compañero me tranquilizaba.
Damián nunca me había hablado de él, en un primer momento era extraño ya que solía contármelo todo. Después, supongo que me supo encandilar con sus palabras para que accediera a realizar el viaje.
Solo llevaba una maleta pequeña en la que guardaba dos trajes de chaqueta, un par de vestidos y algunos zapatos a juego, el resto de pertenencias las dejé en Granada, en el pequeño piso de alquiler de dos habitaciones, aún más diminuto cuando Damián vino a vivir conmigo.

- Hemos llegado

Reaccioné con un sobresalto y miré a mi alrededor. Había sido un viaje largo pero por fin estábamos allí. - Por fin en Madrid - dijo mi prometido. 
No articulé palabra hasta que llegamos a la habitación de aquel precioso hotel, cuando nuestro chófer y "amigo" marchó. 

- ¿Qué hacemos aquí exactamente? - atreví a cuestionar. Él me miró de reojo mientras tomaba una copa y sus ojos penetrantes me lo dijeron todo...

- ¿No vamos a volver verdad? - tragué un inmenso nudo que se me había formado en la garganta durante todo el trayecto y lloré.

lunes, 4 de abril de 2016

¡Peligro!

-¡PELIGRO, LUNA LLENA!-

Eso exactamente era lo que ponía el cartel que tenía justo delante de sus ojos. Las letras se reflejaban en su mirada cristalina y aunque firme y seria, su figura transmitía seguridad.
Calzaba unas botas color marfil a juego con sus gafas y entre sus manos portaba un libro con el mismo título de ese gran letrero.

- No, no lo he puesto yo - giró su cuerpo despacio ante la presencia de esa voz para comprobar que efectivamente le hablaba a ella.

- ¿Perdón? - atrevió a pronunciar, serena, interesante y muy femenina. Se mantenía erguida y en ningún instante paró de fumar.

- Le digo que no, si lo que quiere es entrar a fisgonear a esta humilde casa le ordeno que se retire, ese cartel no tiene nada que ver conmigo - la señora parecía nerviosa, era más bajita que ella, de una edad incierta y quizá demasiado pobre.

- No sé de qué me habla, ¿usted ve?, mi libro tiene el mismo título que ese cartelucho. Solo me ha surgido curiosidad.-

Ambas se miraron, ni siquiera sonrieron. La señora pasó bordeando su sombra, subió los escalones y una vez dentro cerró la puerta delante de sus narices. Ella abrió nuevamente su libro.

- Capítulo 22 - leyó: 

"Una vez más la puerta quedó cerrada, no sabía qué era aquello que se escondía en esa enorme mansión casi abandonada, solo sabía que ese cartel llevaba mucho tiempo en la misma posición. Nadie sabía quién lo había colocado, nadie conocía a quién allí habitaba. Muchos decían que era un duende que adoptaba forma de mujer en la mañana y se convertía en un demonio en la noche. ¿Peligro, luna llena?, sí, esas letras significaban algo y ella, con un cigarro en la mano y con gafas de color marfil se disponía a averiguarlo".




Seres mitológicos

Estoy sentada en el suelo, con las piernas cruzadas. En el sofá está mi hermano, dormido. Todo está en silencio; él ha llegado de trabajar ...