Ayer una pareja se interpuso en mi camino pidiéndome de forma amable una fotografía. No me importó, una sonrisa de vuelta y yo también casi puedo posar y llevarme un buen recuerdo de la ciudad en la que vivo.
Sí, ellos estaban en su luna de miel, habían contratado un viaje en un crucero inmenso y Málaga era una de sus paradas. Llevaban cinco años juntos, se habían enamorado en la Universidad estudiando bellas artes, pero se conocieron mucho antes en el pueblo, siendo unos críos. El arte los unió y el objetivo del viaje era plasmar los bellos paisajes en cuadros a óleo. Se querían y ambos lo sabían solo con mirarse a los ojos, sus caras lo decían todo y una simple foto no podía reflejar esa felicidad que transmitían.
-Sí claro, sin problema- les dije -. Hago otra más -
Me pregunto si algo en esa historia inventada era real, quizás fuesen hermanos o simplemente amigos. Lo único cierto es que parecían felices, de vacaciones y disfrutando de la vida.
En una ocasión yo también me propuse aprender a vivir sin complicaciones, un brazo al aire tras la ventanilla del coche mientras conduzco, un salto en el momento más inesperado o ¿quién sabe? tal vez una siesta en cualquier vagón de tren a un lugar de ensueño.
-Ojalá aprendiera a vivir sin complicaciones-