domingo, 29 de mayo de 2016

Probando

Estoy probando el sonido del micrófono, justo ahora. No hay nadie a mi alrededor, solo un par de cacatuas que ofrecen la música y el compás a lo que canto. Es acogedor, me refiero al lugar, pequeño y rodeado de naturaleza. 

Tan solo a un paso de mí, el escenario toca su fin, me hallo distanciada a un par de metros del suelo, pero no tengo miedo a caer, sé que si lo hago será de pie como los gatos. 

También pruebo mis zapatos nuevos, taconeo en la tarima haciendo la tonta, no sé bailar pero ¿qué más da?, me divierte hacerlo sin noción de pasos. A lo loco, así es como me gusta, al fin y al cabo es bueno vivir día a día con un poco de locura. 

Llevo una falda demasiado corta, sin embargo el aire no me impide que tenga las manos despegadas de ella. Como ya he dicho, no hay nadie a mi lado, estoy sola respirando la verdad de los gorriones y oyendo caer el agua de un río a lo lejos, no lo puedo ver, pero está ahí.

Estoy probando el sonido del micrófono y parece que mi voz suena genial, irónico, nunca se me ha dado bien entonar alguna nota. Pero canto porque quiero, ¿quién me lo impide?

Río sin razón, vuelvo a taconear y lo hago jugando con las hojas que el viento arrastra a mi vera, ronroneo como los felinos más caseros y diviso que a lo lejos a pesar de todo, no estoy sola, en ningún momento lo he estado, el río está ahí sonando y acompañándome en el camino.


lunes, 23 de mayo de 2016

Solo hay una oportunidad

Mira la salida, sus ojos están posados en un punto fijo. La puerta está abierta de par en par, cree haber sido ella quién ha conseguido abrirla, no sabe por qué nadie la ha cerrado aún. No se atreve a levantarse e ir en su dirección, teme a que se cierre justo en el momento en el que desea escapar.

Dubitativa hace el intento de arrodillarse, piensa en acercarse gateando, como cual bebé. Está quieta, dispuesta a avanzar pero algo se lo impide. Ella mira a su alrededor sin dejar de observar de reojo la puerta, está buscando algo, una especie de aprobación y no la encuentra.

Impaciente, se muerde con fuerza el labio inferior, tanto que hasta resbala por su barbilla una pequeña gota de sangre, pero nadie la ve. No quiere gritar, el aire que produzca su voz puede ser el que empuje su única vía de escape hacia la realidad. 

Se frota las manos nerviosa, no contestan a sus pensamientos y éstos siguen vagando sin saber qué hacer. Solo desea salir corriendo, pero quiere que al mirar atrás todos la saluden sonrientes, no le gustan los reproches. Desea tener algún cobijo por si quiere volver, por si se equivoca, por si falla en el intento. Solo necesita un sí o un no rápido, la salida no quedará a su disposición para siempre, es más, parece que empieza a esconderse.

Llora de rabia, se muerde las uñas, - esta es mi oportunidad - piensa. 

Las oportunidades solo se presentan una vez en la vida y ese era su momento, lo era. No dudó un instante, sin embargo cuando se dispuso a pasar el umbral, la puerta ya se había cerrado.

- ¿Querías algo? - escuchó a su espalda. - Nada, la puerta se ha vuelto a cerrar - no se volvió, ella siguió imaginando y suplicando que la salida se volviese a abrir y esta vez para siempre.




 

lunes, 9 de mayo de 2016

El calendario

Hay flores en todas las direcciones, tan altas que ni siquiera sé hacia qué lugar corro. No veo a mis amigos y tampoco sé si siguen mi ritmo. Prefiero no parar, no sé a qué distancia se encuentran ellos de mí o si se han perdido en el camino de regreso. Esto no es un juego de niños - pienso - se lo advertí.

Avanzo con poca dificultad pero tengo un pequeño pellizco en la barriga que me impide ir aún más rápido. En mi mano llevo ese calendario, el mismo que marca los días y mi vida, nuestras vidas, el reloj pasa, estoy segura de que falta poco para las doce y un nuevo día empezará. Espero que no sea demasiado tarde.

- Tenías que venir sola - oigo en la distancia, - como siempre -. Prefiero hacer oídos sordos y seguir abriendome paso por el bosque espeso, no distingo los pétalos venenosos y los que no. Poco importa ya lo que tengo a mi alrededor, cerca puedo ver la salida, esa que llevo buscando tanto tiempo, aunque sea sola llegaré.

Ante mi cuerpo casi insconciente puedo observar unas manos que me saludan y unas sonrisas muy conocidas. 

- ¡Ha despertado!, ¡ha despertado! - y lloran. Solo puedo comprobar que las caras sonrosadas de mis amigos están llenas de lágrimas por mí, pero son lágrimas de felicidad.

- ¿Cómo habéis llegado antes que yo? - todos me miran estupefactos, desde luego no saben de qué les hablo. 

Ignoran mi comentario y se abrazan a mí, estoy en una cama de sábanas blancas y habitación fría, más cálida en su compañía.

- ¡Por fin has despertado! - y entonces lo entendí.


 



Seres mitológicos

Estoy sentada en el suelo, con las piernas cruzadas. En el sofá está mi hermano, dormido. Todo está en silencio; él ha llegado de trabajar ...