lunes, 23 de mayo de 2016

Solo hay una oportunidad

Mira la salida, sus ojos están posados en un punto fijo. La puerta está abierta de par en par, cree haber sido ella quién ha conseguido abrirla, no sabe por qué nadie la ha cerrado aún. No se atreve a levantarse e ir en su dirección, teme a que se cierre justo en el momento en el que desea escapar.

Dubitativa hace el intento de arrodillarse, piensa en acercarse gateando, como cual bebé. Está quieta, dispuesta a avanzar pero algo se lo impide. Ella mira a su alrededor sin dejar de observar de reojo la puerta, está buscando algo, una especie de aprobación y no la encuentra.

Impaciente, se muerde con fuerza el labio inferior, tanto que hasta resbala por su barbilla una pequeña gota de sangre, pero nadie la ve. No quiere gritar, el aire que produzca su voz puede ser el que empuje su única vía de escape hacia la realidad. 

Se frota las manos nerviosa, no contestan a sus pensamientos y éstos siguen vagando sin saber qué hacer. Solo desea salir corriendo, pero quiere que al mirar atrás todos la saluden sonrientes, no le gustan los reproches. Desea tener algún cobijo por si quiere volver, por si se equivoca, por si falla en el intento. Solo necesita un sí o un no rápido, la salida no quedará a su disposición para siempre, es más, parece que empieza a esconderse.

Llora de rabia, se muerde las uñas, - esta es mi oportunidad - piensa. 

Las oportunidades solo se presentan una vez en la vida y ese era su momento, lo era. No dudó un instante, sin embargo cuando se dispuso a pasar el umbral, la puerta ya se había cerrado.

- ¿Querías algo? - escuchó a su espalda. - Nada, la puerta se ha vuelto a cerrar - no se volvió, ella siguió imaginando y suplicando que la salida se volviese a abrir y esta vez para siempre.




 

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