martes, 1 de diciembre de 2015

Escribirle al amor en tu espalda

Dejé que dibujara en mi espalda lo que quisiera, aquel paisaje con el que algún día soñó; la primera flor que me regaló. Estaba desnuda entre las sábanas, casi dormía, dejé que su imaginación volase y me llenara de color. Respiré profundo, tanto que me dolió, sus manos portaron un pincel y supongo que tras él un pequeño recipiente de pintura.

Noté una gota caer, frío en el cuerpo y mis vellos se erizaron. Trazó por un segundo el amor, unas curvas que parecían tambalearse y a ras de ellas una fina línea, ¿había cambiado el pincel?
Recuerdo que me retorcí, un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo, estaba segura de que en esa ocasión escribía. No sabía con exactitud qué letras eran y tampoco quería jugar a adivinarlas, yo solo descansaba mientras el artista con el que todas las mañanas me levantaba hacía su trabajo; no era su profesión pero sí el artista de mi vida. 

No sé que pasó, solo sentí que sus dedos eran los que me tocaban en ese momento y sonreí. Acto seguido un beso y me abracé a él. 
Dejé que dibujara en mi espalda lo que quisiera, la mejor anécdota, algún regalo especial, un día inolvidable en su agenda o simplemente un buen recuerdo.

- ¿Qué has dibujado? - pregunté aún en su regazo.

- He dibujado ese paisaje que en todos mis sueños aparece junto a aquella flor que un buen día te regalé, el amor en varias líneas agarradas y desorientadas por la marea de la costa malagueña; he inscrito en tu piel la mejor anécdota que hemos vivido, un día preciso en el calendario y el mejor regalo que me ha dado la vida. Con mis yemas he trazado tus ojos, con mi mejor pincel tu corazón y unas letras que siempre serán nuestras... "Dibujar en tu espalda mi camino, colorear tu cuerpo sin saber dibujar, pero siendo eternamente el artista de tu vida".

Seres mitológicos

Estoy sentada en el suelo, con las piernas cruzadas. En el sofá está mi hermano, dormido. Todo está en silencio; él ha llegado de trabajar ...