jueves, 24 de septiembre de 2015

¡Payaso! me decían

Las luces me enfocaban solo a mí, el corazón parecía no palpitar debido a la prisa que llevaba; los latidos se confundían con sus aplausos.
Mis ojos miraban de forma fija en una dirección concreta y casi lloraba. La emoción traspasaba mis venas, estoy seguro que las del cuello querían explotar debido a los nervios.
Todo había pasado, es más, podía distinguir con exactitud la felicidad en sus rostros. Ellos casi berreaban de la satisfacción.
Me incliné haciendo reverencia a mi público y salí de allí sin nombrar palabra.
Observé el espejo del baño, suspiré aún con el entusiasmo dentro de mí y dos lágrimas se escaparon sin querer, de felicidad.
Quité despacio esa nariz roja que dos horas había llevado en el escenario y la coloqué en mi estantería una vez más. 

- ¡Papá, lo has vuelto a hacer! -

Escuché a mis espaldas; mi hijo reía. Lo abracé sin más, aún con la pintura en mi cara.

- ¡Payaso! - me decían.

- Sí, soy todo un payaso - dije con orgullo.


 

lunes, 21 de septiembre de 2015

Llovizna

Por mis manos resbaló una gota de agua, pequeña, insignificante. Con rapidez mis labios la rozaron y mi lengua saboreó la nada; ni siquiera sació mi sed. En apenas dos segundos ya se confundía con mi propia saliva. La gota se perdió.

Mis pestañas estaban empapadas, cuando cerraba los párpados parecía que lloraba, el rímel corría por mis mejillas y los ojos me escocían. Mis dedos los rozaron con fuerza, formando dos manchas negras alrededor, un antifaz. 

Un olor extraño - ¿era lluvia? - sí, lo era, ese característico olor... placer. Me acerqué al árbol más cercano, me agaché, arrimé mis manos al suelo del campo y lo atraje hacia mi naríz, - sí, tierra mojada - .

Observé el paisaje, mi mirada se dirigió al infinito y pude distinguir como las nubes iban dando paso a un pequeño rayo de sol.
Me senté en el suelo, mi ropa era blanca pero no me importaba ensuciarme, mi cuerpo respiraba paz. 

Por un instante fui feliz oyendo caer la lluvia, oliendo y sintiendo en mi cuerpo cada gota, probando su inexistente sabor y huyendo de esa, la sociedad.



sábado, 19 de septiembre de 2015

A ella, a su cielo

"Hoy no me apetece escribirte, es inútil relatar palabras sin sentido alguno cuando no recibo respuesta - son 100 cartas ya, 100 días -.
Me pregunto si en algún instante leíste sintiendo lo que yo al escribirlas, si has llorado conmigo cuando has encontrado alguna letra borrosa o si has reído a mi compás cuando una anécdota conté entre rimas - te echo de menos - .
Quiero que sepas que, aunque el tiempo ha pasado, mis manos aún te acarician en las noches, mis besos todavía te los dedico y mis sueños van acompañados de tu sonrisa.
- Río por ello - es como si estuvieras aquí. 
Déjame decirte  que recuerdo tu prepotencia, pero también tu simpatía y tus ganas de abrazarme en toda ocasión. Añoro esas mejillas sonrosadas y esos ojos cerrados por el cansancio. Quiero dormir a tu lado todos los días.
A pesar de todo, hoy no me apetece escribirte... nunca me apetece.
Pósdata: hasta siempre."

Esos renglones fueron los últimos que escribió él. Guardó esa nueva carta en el cajón donde estaban las otras 100 - ya van 101 días sin ti, pensó - . A ella, a su cielo, le dedicó esa carta esperando alguna contestación y añadió en el sobre de la misma...

"Me haces falta, mi ángel "


 

lunes, 14 de septiembre de 2015

Leyenda


Los ojos de ella le perforaron el alma, esa mirada cálida traspasó cada uno de sus sentidos y le embriagó en su profundo mar. Apareció, tras sus pestañas, una luz; un mínimo destello que le hizo dudar, a él. 

- La quiero - afirma, - ¿me quiere? - se pregunta.

Observa con detenimiento cada parpadeo. Su claro iris hace que pueda reflejarse en él y ve una silueta de hombre, la suya propia impregnada en esa belleza de diosa. Solo unos ojos pero tanto misterio albergan y tanto por descubrir en ellos.

- Definitivamente quiero esa mirada - desespera, - ¿Ella deseará mis besos? - se pregunta.

Él, iluso, soñaba con tener esa fuente de seducción en sus brazos. En el instante más preciso, se colocó de la manera correcta. Aunque perdió de vista su penetrante mirada pulsó el botón.

- ¡No te muevas! - pensó. 

Un flash inundó el momento y tras él la foto de la niña de ojos preciosos, verde esmeralda. 

- Tú, piedra preciosa, serás una leyenda - dijo.



miércoles, 9 de septiembre de 2015

Te lo dejo por escrito

Hola, aquí tienes la carta que tanto tiempo atrás un día me pediste en silencio. Ese deseo que guardado en secreto aún conservas. Aquí te muestro sin pensar esas letras que en algún momento no me atreví a pronunciar. Te dejo unas palabras lanzadas a este viento cálido veraniego y te digo fuertemente... -¡Soy feliz!-.

Aquí te ofrezco estos versos que en un instante preciso jamás pensé que diría, sílaba tras sílaba cantándole al sol que ahora me ilumina y aullándole a mi luna, que desde la ventana todas las noches intento observar.

Te lo dejo por escrito, de la forma que mejor sé. Ahora puedo apreciarlo con claridad, esas noches en vela sin dormir, esos llantos acompañados de mis lágrimas, esa preocupación a deshora y en cualquier instante. 

Te muestro a través de palabras, mis manos, que ya tejen sin ayuda; mis ojos, que ya no ven lo que tú y mis pies, que ahora caminan solos. Te abro en párrafos mi libro favorito, el de los recuerdos y solo puedo reír y llorar de alegría al ver cada foto, comprobar cada aventura y corroborar lo rápido que ha pasado el tiempo. Es imposible acordarse de todo, sin embargo, el tic tac del reloj marca cada paso que he dado y avanzado gracias a ti, a los dos.

No es fácil escribirte, escribiros esta carta que tanto tiempo atrás un día me pediste en silencio. He estado repasándola y cambiándola durante muchos años y ahora es el momento exacto para enseñártela. 


Yo, ahora te la dejo por escrito con una sonrisa y te digo, os digo - ¡Soy feliz!-.
 








 

Seres mitológicos

Estoy sentada en el suelo, con las piernas cruzadas. En el sofá está mi hermano, dormido. Todo está en silencio; él ha llegado de trabajar ...