Un muro frente a mí, lleno de pintadas, que no eran consideradas gamberradas, ya que se trataba de arte, de sentimientos, reflejaban diferentes experiencias y me invitaban a soñar.
Mientras escribía todo lo que aquello me transmitía, y ahí ya empezaba mi pasión por la escritura, por la lectura...por el poder expresar.
Observaba evadida cada línea realizada, los cascos y la música hacían mucho más fácil imaginar el porqué de las trazadas y que significaba cada dibujo. Se podía ver a color, una mujer desnuda, de espaldas y miraba de reojo a un muchacho sentado también sin ropa... ¿representaría amor? O... ¿todo lo contrario?
Lo único que sabía con certeza es que no podía parar de mirarlo, y saber que era un sentimiento que jamás había experimentado, porque apenas contaba con 12 años de edad.
- ¿Quién soy?
Alguien me había tapado los ojos con sus manos regordetas y dedos pequeños, con un par de anillos a cada lado y de lejos pude escuchar esa típica pregunta cuando deseas sorprender a alguien.
- No sé, ¿Santa Claus?
Empezamos a reírnos a carcajadas como siempre hacíamos por cualquier tontería. Realizamos ese saludo típico y añadimos "Para toda la Vida".
Me acompañó a sentarse en el banco y me siguió en mi silencio, creo que no entendía muy bien lo que hacía, pero se limitó a colocarse sus auriculares, escuchar música y saborear una piruleta, mientras yo la miraba y pensaba... "Amigas para Siempre".
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