Paseas por la calle, escuchando la música del móvil a toda voz, evadida del mundo, de los ruidos de los coches, de las pisadas de la gente que pasa a tu lado, de las peleas que se oyen de fondo, adentrada en el propio sueño.
Entretenida en imaginar aquello que deseas que ocurriese, aquellas historias inventadas por tu cabeza que son las que te hacen pensar, luego, más tarde, que estás algo chiflada.
Vas dando pasos en falso, ya que la música hace que las pisadas sean más fuertes o más suaves dependiendo de su tonalidad...y pensando que así llegarás antes, aunque realmente deseas seguir escuchando música, no regresar a la normalidad, no encontrar la calma una vez más.
Te tropiezas con niños pequeños que juegan al escondite, al pillar o simplemente van en patín, deseando hacer locuras, divertirse como niños que son, también ves algún que otro animal abandonado, y te percatas de vez en cuando de algún muchacho guapo que anda también despistado.
Y entonces cruzas, los últimos pasos hasta llegar al lugar del destino y aminoras el caminar, ya que deseas seguir imaginando...llegas al portal, coges la llave, abres la puerta y otra vez, ya definitivamente, de vuelta a la realidad.
lunes, 8 de octubre de 2012
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