Sus ojos azules como el cielo de primavera avanzan en la negrura de la noche, que como destellos muestran su peculiaridad, su tintineo y sobre todo, sus ansias por avanzar en el ancho camino de la avenida.
Sus manos se encuentran congeladas, dejando a la vista sus largas uñas coloreadas de sueño, manos finas, de princesa.
Su silueta no es del todo distinguida entre la lluvia, pues le caracteriza su constitución delgada y sus piernas largas recorren el sendero despacio, por temor a tropezar, solo es una chica normal.
Sin embargo, hay algo que hace que sea diferente, pero que a simple vista nadie llega a alcanzar. Muchos se preguntan qué lleva en esa distinguida mochila de tela que cuelga de su espalda, esa que en toda ocasión le hace compañía cuando a la calle sale... Unos piensan que transporta dulzura, la misma que invade en su cara de niña; otros creen que son aparatos electrónicos que la distraen en la distancia.
En cambio, solo ella sabe hacia donde se dirige y el objetivo que tiene su particular bolso; de él saca una pequeña libreta y un bolígrafo, mientras se sienta en la espesura del bosque, y tan solo lleva en esa mochila el sueño, la imaginación y el despertar de niña. Pues es una chica normal, pero su forma de escribir, sin imitación alguna, la hace única.
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