domingo, 5 de agosto de 2012

Hoy, en esta mañana.

Una mañana más suena el despertador del móvil de último modelo que me he comprado hace apenas un par de días... me doy la vuelta hacia el otro lado intentando por todos los medios ignorar ese sonido incómodo... y ahí está él. 
A pesar de que el insoportable ruido sigue sonando sin parar ni un segundo, él se encuentra dormido, echado en la cama, con las piernas puestas en el pecho, acurrucado fuertemente a sí mismo, a simple vista parece que tiene frío. Tiene esa cara de niño bueno típica de cuando duerme, e inconscientemente busca desesperado algún resto de sábana para tapar sus ojos de la luz del día, que aunque cerrados se encuentren pueden divisar toda la claridad que por la ventana de mi habitación asoma.
Cómo de costumbre me tocaría despertarlo de nuevo, pero hoy, en esta mañana, quiero tenerlo a mi lado un poco más. Hoy, en esta mañana, necesito pensar que está, que se encuentra conmigo y que nunca partirá. Hoy, en esta mañana, me gustaría observarlo detenidamente, acariciar su rostro, ver que en estos instantes, es mío y de nadie más, que se halla arropado en mi cama, en mi cuarto, en mi lugar. 
Ni si quiera tengo el valor de meterme en la ducha, y que el agua fría caiga por mi rostro, sólo, hoy, en esta mañana, necesito verlo un poco más.
Me gustaría tocarle la cara, y poder besarle sin parar, pero mis manos están quietas, inmóviles y mis labios no desean acercarse, tienen miedo a que se pueda despertar.
Porque si se despierta, se marchará, se pondrá la ropa caída en la silla de mi escritorio, se lavará la cara, me dará un pequeño beso de despedida, cogerá el autobús y marchará.
Otra vez hará el mismo proceso, y hasta la siguiente semana, o quién sabe, hasta el siguiente mes, no volverá... y otra vez sucederá lo mismo.
Por eso hoy, en esta mañana, prefiero esperar un poco más, llegar tarde al lugar de mi destino, pero poder sentir que es mío un poco más... Hoy, en esta mañana.

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