viernes, 12 de julio de 2013

Esa pequeña nube gris

Hoy he sentido algo que hace tiempo no asomaba por mí; tengo la sensación de que absolutamente todo cambia, una pequeña nube gris se asoma entre aquellas aterciopeladas de blanco y me muestra aquello que no deseo observar.
A pesar de que me tapo los ojos y deseo con todas mis fuerzas que esa visión se convierta en algo no real, sigue avanzando hacia mi lugar, quiero que sea un sueño al descifrar.
Lo presiento y no quiero presenciar un final; mis ojos se encuentran llenos de cansancio y mi alma aturdida puedo hallar, siento como se me congela el corazón en el tiempo por la despedida, por un adiós no muy eterno, pero que tampoco se convierte en un hasta luego temprano.
Intento descansar mis pies fríos sobre el sofá del salón, y sentir la tela entre mis dedos; y mientras estos mismos se introducen en su propio pensar, mi mente viaja a otro sitio, pidiendo con fuerzas retroceder en el tiempo; tener otra oportunidad de abrazar. 
Siento como todo lo demás se vuelve insignificante, como los problemas que comentaba antaño sobre mi experiencia quedan en lo más abajo, transformándose en la nada que tanto quería que fuese en un determinado momento; y que ahora en este instante se me antoja raro que se encuentren ahí.
En lugar de quedarme estancada, decido derramar lágrimas hasta calmarme, aunque a continuación el cansancio se apoderase de mí a descaro; observo a las personas que a mi alrededor se hallan y no muy lejos del sentir puedo apreciar que ellos que se encuentran a mi vera son los que realmente me dan la verdadera calma, invitándome en cierta forma a la tranquilidad y de cierta manera a desconectar con esos problemas que ahora se apoderan de esa nada.






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