domingo, 30 de septiembre de 2012

Y no hacerle daño

Observar detenidamente la ventana, pensar eso que llevas planeando decir hace ya una semana y que tu cabeza desea liberar pero el corazón impide pronunciar por miedo, siempre por temor a lo inesperado, al no saber, miedo a amar.
Fuera llueve, todo es melancolía, todo desesperación, pero en parte, la tempestad ayuda a despejar, a saber realmente lo que necesitas, verdaderamente lo que quieres, asegurar lo que añoras.
Ser consciente realmente de que lo que en estos instantes hallas, no es aquello que esperabas con inquietud, lo que necesitabas con ansiedad.
Y a pesar de lo que tu interior siente, saber que lo tiene todo, pero no todo lo que te llena, porque otro amor lo destruyó, y ya no puedes sentir, apreciar lo mismo, ya no quieres volar al lado de alguien...sólo deseas libertad.
Saber que esa persona te quiere a ti, que en las noches sueña tenerte entre sus brazos y en el día te piensa a todas horas y en todo momento...pero siempre está ese algo en tu interior que pide un "stop", un "no es el momento adecuado, no estoy preparada".
No saber como explicarle, ni entender como es tan difícil comentar que no sientes lo que esperabas, pero que necesitas su amistad, su cariño...pero...sin quererlo...no su amor, no su compañía en pareja.
Y entonces entender realmente que te ocurre, mirar alrededor, abrazar fuertemente la almohada y decir profundamente...no quiero hacerle daño.


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