sábado, 2 de agosto de 2014

Ella parpadea

Parpadea... sus pestañas rozan sus morenos pómulos en un segundo que no se llega a apreciar y vuelven a su lugar de inicio, mostrando sus grandes ojos negros, tanto como sus pupilas... sin brillo alguno. 

Parpadea... tras el reflejo del sol lo hizo en algún momento y por inercia ahora lo hace... parpadea como todos y como nadie. 

Parpadea... lo hace hacia el frente, observando cada mota de polvo pasar ante su figura destrozada, observa justo lo que ocurre delante suya y vuelve a parpadear para no ver más allá. 

Parpadea rápido porque prefiere que esas imágenes que acontecen en ese instante su vida sean irreales... y si así lo hace... lo consigue; transforma el espectáculo que entre calles acontece en toda una historia de fantasía, en todo un cuento de desdicha. 

Parpadea para no distinguir el dolor, su dolor... el dolor de hija, de mujer y de hermana... el dolor de madre... para no apreciar que entre sus brazos una silueta infantil permanece inerte... sin vida y sin llanto.

Parpadea y en esa ocasión una pequeña lágrima asoma por su rostro, pero ella sigue avanzando decidida entre los escombros, tropezando una y otra vez, magullando sus pies descalzos conforme camina entre la muchedumbre enfurecida y entristecida... camina sin rumbo fijo. 

Parpadea... parpadea justo en el momento que su rodillas quedan ancladas en el suelo y evoca un sonido de quemazón, porque en esa superficie que acaba de rozar parece hallarse un cristal o miles de cristales... quién sabe... ella no mira hacia abajo, solo sigue parpadeando.

Por primera vez se atreve a mirar a los lados... destrucción, injusticia y más dolor. Desea echarse las manos a su cabeza mientras parpadea, sin embargo sus brazos están ocupados, llenos de un cuerpo que antes sí le propiciaba caricias que tan especiales eran. 

Parpadea, pero no lo hace como unos minutos antes... como lo hizo tras aquel ruido tan atronador debido al gran bombardeo. En cambio, eso a ella no le importa, solo es consciente de que los ojos de su pequeño no parpadean, que se encuentran totalmente abiertos, pero sin luz y sin vida. 

Ella llora, grita y reza... solo reza como todos hacen y desea tras parpadeos que otro ataque militar israelí ahora se la lleve a ella... pues sin su hijo... ella no tiene vida.

Parpadea mientras otro avión recorre nuevamente las calles ante sus ojos sorprendidos una vez más; se pregunta si lanzará otro misil. Y entre parpadeos, esperando, se hunde en el escombro sin soltar a su hijo, para poder irse junto a los suyos sin impedimentos y sin huidas sin sentido... 

Y tras otro parpadeo ocurre... así, sin más... sin piedad. 

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