Su paso marcaba un determinado sendero; en cambio, en esa ocasión, su pluma no lo acompañaba... se quedó desparramada en la mesa, justo en la mitad del camino; justo en el momento en qué estaba en juego su verdadero futuro... no el de la fantasía.
Hubo muchas veces que se cuestionó el qué hacer; si realmente sus dedos deberían seguir construyendo versos, o por el contrario, las letras deberían quedar ya estancadas... como lo hace el niño cuando traspasa la barrera de la inocencia... y sin embargo, continuó desarrollando imaginación...
Continuó... hasta ahora que su vida le mostró un camino distinto al de antaño; un camino alejado de la ensoñación, un sendero real.... muy separado del sueño de la ilusión.
Se preguntó si en ese determinado instante había elegido de la mejor forma posible; no quería desvanecer, tampoco quería verse rodeado de penumbra... pero su decisión final fue esa... y dejó de escribir.
A pesar de todo, sus pies marcaban un camino determinado y pronto encontraría su meta, aquella que siempre, a lo largo del pasar de los años, había estado esperando. Un letrero de gran tamaño que tenía como título "Final del camino".
Llegó al lugar asfixiado, casi a punto de caerse al suelo de la emoción; cuando, irremediablemente, en letra pequeña, debajo del titulo ponía... "Este es el final de una parte de tu historia... Ahora, toca escribir otro libro... ¿no crees?".
Esbozó una gran sonrisa, rebuscó en los bolsillos más recónditos de su maleta hasta que la encontró... su pluma, jamás le abandonó en el camino, aunque él la hubiese dejado tirada en el fango de aquel charco producido por lluvia de invierno.
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