Desierto, absolutamente todo, con cada paso que iba dando hacia el horizonte, hacia el sitio exacto en el cual siempre me encontraba; ya que era mi lugar de descanso, mi rincón secreto para encontrar mi paz interior cuando era adolescente, me podía ir percatando qué había cambiado, que no era lo mismo, que claramente aquello ya no era ciudad con algo de césped por alguna esquina, sino que lo que antes eran avenidas, ahora estaban habitadas de ramajes, hojas secas y a todos lados, escaseaba el verde.
Me encontraba totalmente sola y malherida, había dejado atrás a mi familia en busca de sueños hacía ya varios años, y cuando apenas 365 días habían pasado por mí, dejé de saber de ellos.
Miraba
en algún que otro portal de casas en las que antes vivían mis
amigos, compañeros de clase o algún que otro confidente, pero no
hallé nada, ni tan siquiera las puertas se atinaban cerradas, todo
estaba destrozado, ni las fotos que demolidas estaban por el suelo
arenoso, podían apreciarse con certeza las caras que
anunciaban.
Seguí
avanzando perpleja, también aquel caos había llegado hasta allí,
aquel extraño suceso que había abatido la gran ciudad de Londres
había llegado hasta mi hogar, aunque en ocasiones no la consideraba
así, seguía siendo el lugar en el que me había criado, allí donde
había crecido.
De
cierta forma, se puede decir que tuve suerte, demasiada diría yo,
puesto que gracias a aquel barco fantasma en el que pude embarcar,
llegué hasta donde ahora mismo me encuentro, en el que pude observar
que tampoco se hallaba vida.
¿Qué
por qué digo barco fantasma? Supongo que no me he explicado del todo
bien, aquel crucero tan enorme estaba igual de deshabitado que todo
lo demás, misterio por todos lados.
¿Qué
por qué subí allí si se encontraba tan solitario? Debió ser
porque estaba muy aturdida y deseaba con ansiedad irme lejos del que
había sido mi hogar nueve largos años, debido al suceso ocurrido
hacía apenas tres escasas horas.
Me
derrumbé en el suelo, estaba agotada, gotas de agua salada asomaron
por mis ojos, pues era del todo claro que me encontraba abatida, sin
comunicación, y por tanto, sin vida alguna. En ese momento se puede
decir que descubrí el significado de la frase “muerta en vida”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario