martes, 6 de noviembre de 2012

UN POCO DE CIENCIA FICCIÓN

Escaseaba el agua por todos lados, fue poco lo encontrado a mediados del 2012, hace ya casi 200 años.
Se puede decir que gracias a este poco de agua, la especie humana ha podido sobrevivir mucho más de lo esperado. Los mayas, efectivamente, sabían a la perfección que el fin del planeta tierra sería a finales de Diciembre del mismo año en el que encontraron esta sustancia tan necesaria aquí en Marte.
Lo increíble fue de la forma en la que todo sucedió, una forma que nadie lo esperaba y que, aún, años atrás, yo me cuestiono...Un grupo de científicos, cansados de tantas teorías acerca del fin del mundo, decidieron crear una especie de artilugio, parecidos a pequeños robots, planos y de forma circular, con una especie de ojo en la parte superior que sobresalía del conjunto plano, y que se encargaban de averiguar cada cosa que iba destruyendo nuestro planeta, intentando que éste fuese un poco mejor, para así, poder acabar con la teoría que tan atemorizados tenían a los seres humanos.
Tal fue la aceptación de estas pequeñas máquinas diseñadas para destruir todo mal que amenazase a la naturaleza, que todas las personas, cada uno de los habitantes de cada ciudad del mundo, deseaba con ansias ese pequeño pero tan magnífico robot, que los científicos, en un principio, se negaban a vender.
Se trataba de eliminar cada cuestión perjudicial que existiese en un hogar, desde alguna tubería rota hasta algo malo para la salud, entre otras.
Todo esto, comenzó a ir bastante bien, pero tanto a los científicos como a la gente corriente se les escapó algo fundamental, y es que estaban creados para la naturaleza. 
Debido al contacto entre máquinas que existían en los hogares, como ordenadores, dvd's, videoconsolas, cafeteras e inclusive el mini robot que tan genial era, empezaron a comportarse de forma extraña, haciendo tal presión que...sí, es lo que estáis pensando, un cortocircuito inmenso acabó con el planeta del agua, del aire, del sol...y la propia solución al desastre fue la verdadera causa del fin del mundo.
Los científicos y sus familias, cuando empezaron a apreciar los síntomas que estaban causando en la sociedad ese aparato inventado, fueron los únicos supervivientes, pues antes del desastre, volaron hacia aquí.
Yo soy una chica corriente, descendiente de ellos, y estoy escribiendo esta carta de los sucesos ocurridos en los últimos cinco años, para todos los que aquí viven y sean conscientes de los que se nos viene encima. Y es que, como dije al principio, el agua escasea y, nuevamente, científicos que ya nada tienen que ver con los anteriores han empezado una batalla de tecnologías, dando lugar a un ordenador que genera agua si le proporcionas ciertas partículas de oxígeno de una persona, algo de electricidad y una pequeña gota de agua.
He de decir que ha cundido el pánico en mí, puesto que parece ser soy la única, junto a mi familia, que poseo esta información acerca de lo ocurrido con el antiguo planeta en el que antes las personas vivíamos, y que ningún descendiente más sabe de su existencia. Gracias. Cristina.

Él miraba con intensidad este papel que había recibido de una muchacha cualquiera de la ciudad de Pantiux, capital de Orikus, Marte.
Y con sus piernas robóticas y cerebro de ordenador, se dirigió al presidente de aquella empresa, mostrándole la carta recibida.
Este señor había sido descendiente, al igual que ella, de aquellos científicos que destruyeron la Tierra y sería el único que le parase los pies a los que ahora querían destruir Marte con las nuevas tecnologías.
Se quedó perplejo, pues ese secreto no le interesaba que saliese a la luz, pues el pánico se apoderaría de todas las personas,  dando lugar al caos.
Rompió la carta, y los científicos siguieron con el proyecto, a los pocos meses un aparato que creaba agua se encontraba en cada hogar de Marte.
Ella veía atónita como su carta no había merecido la pena.
Una sorpresa salió para todos, cuando ya varios meses habían pasado desde que pusieron a la venta este artefacto, y fue que todos los demás aparatos electrónicos comenzaron a fallar debido a la falta de uso, volviéndose completamente locos y creando el terror.
Sólo el presidente de la empresa que, ante sus ojos observaba el fin de Marte, entendió la frase que esa muchacha había escrito en la carta meses antes...
La propia solución al desastre fue la verdadera causa del fin del mundo.

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