No deseo abrir mi corazón por miedo a que, una vez más, como en tantas ocasiones, me hagan daño...y es que cada una de las cicatrices conforman una historia y en mi ser inunda el terror, pues hay arañazos recientes que con un simple roce, un mínimo síntoma de desamor, corren el riesgo de abrirse de nuevo y no volver jamás a cerrarse.
Pues en cada parche dibujado con algodones en cada recoveco de mi palpitar, existe un beso escondido, que, sin esperarlo, se volvió pesadilla, se tornó a engaño, y me llevó al fracaso.
Pues el desorden existente en el diario rojo de mi pecho, muestra cada abrazo que sin importancia quedó cuando me vi envuelta en desengaño.
Sin querer, cada vez existen más arrugas en mi ser, mostrando la experiencia del dolor, la experiencia del no querer.
Y es que tengo miedo, temor a perder.
martes, 6 de noviembre de 2012
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