Tenía el cuerpo desnudo, lleno de rasguños...y sus pies descalzos se encontraban llenos de heridas, debido a la caminata, debido al andar por zona rocosa que se tornaba infierno a su paso.
Cada rastro de arena que llevaba consigo era mostrado por la suciedad de sus rodillas y manos, ya que algún golpe seguro se llevó cuando tanto anduvo.
Sus uñas dejaban entrever aquello que se esperaba, uñas alargadas también cubiertas de barro y estiércol de animal salvaje, pero a leguas se podía observar que poco le importaba que mal la mirasen por ello.
Su cabello estaba enredado y cubría toda su cara, mostrando sólo un ojo del color del agua, que se volvía oscuro, debido a la negrura de su pelo rizado, aunque no se llegaba a distinguir si realmente era ondulado o los enredos daban lugar a una fantasía óptica, algo real en tanto ensueño.
Su figura delgada y su manera de avanzar era completamente distinta, pues sus pasos no eran de ser humano, y se podía ver que se trataba de un animal de selva, escondida en cuerpo de mujer.
Detrás de su imagen desastrosa, unos labios finos, fruncidos cuando alguna persona se dirigía a su persona, dientes rectilíneos pero sucios, con colmillos enormes, adecuados a carne cruda que seguramente, sin ninguna duda se alimentaba cada día, y con la cual resistía.
Las orejas no se dejaban ver, pues su pelo, además de rasposo a simple vista, era largo, tanto que casi podía rozar el suelo, pero como jamás de pie se hallaba, no se distinguía si sólo era hasta su pequeña cinturita o hasta un poco más abajo.
Subida a los árboles encontraba su hogar, siendo el alma del lugar y nunca se atrevía a bajar, pues ella sí era dueña del bosque, ella sí era dueña del caminar, ella sí sabía volar y llevar su imaginación al más allá...cuidando la naturaleza, cuidando su hogar.
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