sábado, 8 de agosto de 2015

Tras el bostezo

Tras aquel bostezo, todo un mar de sueños salió a la luz, llevando consigo unas olas enfurecidas hacia la orilla de aquella playa; hacia la almohada en la que dormía.

Viajaba entonces en dirección al mundo perfecto que su cabeza siempre había creado en los peores momentos. Una perfección que en vida se le escapaba de sus manos.

Soñaba que ese volcán que divisaba, pronto daría su pistoletazo de salida y emergería en lava inundando el valle, olvidando que algún día formó parte de ese mismo paisaje que arrasaba.

En algún momento ella echaría a volar, sí, la mariposa que en mil colores florecía la llevaría en su lomo, incitándola a descubrir su destino.

Sin ir más lejos, ese gigante la cogería en sus brazos y le declararía el amor verdadero que tanto había ansiado siempre. 

Navegaría por el océano de la mano de una sirena de cabellos dorados y llegaría hacia la playa donde comenzó su más preciado sueño, su más bonito presentimiento y sus ganas más locas de echar a correr sin conocer el lugar de llegada.

Despertó con las sábanas humedecidas y con un olor profundo a mar; destapó su cuerpo y encontró ese cuenco con un poco de lava hirviendo, esa mariposa revoloteando a su alrededor, ese póster gigante a los pies de su cama que le ofrecía una flor como muestra de amor eterno y en lugar de piernas una bonita cola de sirena que ésta misma le obsequió antes de marchar.

Los sueños, tras aquel bostezo, pudieron hacerse realidad... o ¿Clara seguía soñando?



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