martes, 2 de septiembre de 2014

Sé quién soy, soy YO

Sé quién soy, conozco a la perfección mis virtudes y sobre todo, mis defectos. Sé que mi deseo  es escribir horas y horas hasta bien entrada la madrugada o leer hasta cansarme sin contar el tiempo del reloj. Lo prefiero a ponerme unos tacones altos, maquillarme las mejillas y salir de fiesta. Le doy más sentido a mis letras, esas mismas creadas con música, con las corcheas en el compás de la ilusión. 

Me gusta estar rodeada de aquellos que me demuestran cariño y que me hacen llorar de risa; en cambio, en muchas ocasiones, prefiero la soledad... esa, mi soledad compañera. Esa soledad que es la guardiana de mis secretos más profundos, esos que no cuento ni a mis mejores confidentes; esos que quedan guardados bajo llave en el fondo de mi corazón. Esos que yo solo sé.

Soy consciente de que los años en mí me han hecho cambiar, han transformado, sin más remedio, mi alma de niña. Sé que he fallado y que esos mismos fallos son los que me han hecho avanzar, llegar hasta donde ahora hoy me encuentro. He tropezado hasta sangrar y he crecido a base de golpes. A pesar de ello, no me arrepiento de los actos llevados a cabo en el transcurrir de los años, pues aunque la mayoría fueron erróneos, a mí me han ayudado a ver el mundo desde la perspectiva que siempre deseaba. 

Ahora sé que no deseo como amigos a aquellas personas que son muros que me impiden el paso, ni aquellos de buenas palabras que cortan mis alas. Deseo como amigos a aquellos que me ayuden a construir el sendero aunque sea lejos de su vera, aunque sea fuera de sus pasos; hay que tener en cuenta que no por ello la distancia nos debe separar. Simplemente, quiero a esos amigos que ya tengo. He comprobado que cada uno labramos un camino distinto y que no por ello significa el olvido. 

He descubierto el verdadero significado de ser feliz, que realmente la felicidad no se busca, que llega sin ser llamada y que las sonrisas aparecen y desaparecen como por arte de magia. Que un día te encuentras en lo más alto, como cigüeña que construye su nido en lo alto del campanario y otros días deseas desplegar alas y aterrizar. 

He aprendido que todo pasa por alguna razón y en el momento indicado, que el dolor lo cura el tiempo y las cicatrices que se cierran jamás vuelven a ser abiertas. Es cierto que otras se crearán, pero sabemos que siempre sanan, con paciencia e ilusión por construir el futuro que llega. Me he dado cuenta que el camino construido deja huellas al pasar, pero que no por ello hay que detenerse a mirarlo, sino que hay que dejarlo atrás, solo recordando las mejores anécdotas para buscarle significado a la vida y también los peores errores para poder avanzar. 

Lo más importante... he aprendido a valorar a mi familia, aquella que tengo y a aquella que yo misma elijo. Sé conservar a mi lado a las personas que me importan. No es más que ser fuerte ante las adversidades y buscar el sentido que tiene tu vida, tu camino... simplemente quererte tal como eres. Sé quién soy, soy yo... ¿y tú?






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