Es lo primero que mencioné cuando descubrí que sus ojos se habían quedado callados, mirando a un punto fijo, pero que, realmente creo que observaba con cautela la gran cantidad de películas que habíamos divisado juntos en todo este tiempo.
- Ya te conozco lo suficiente... ¿no crees?
A pesar de que yo seguía pronunciando letras sin ton ni son, no hallaba respuesta alguna de la persona que tenía a mi lado, intentando que, al menos, mostrase una pequeña sonrisa que dejase a la vista que me correspondía en mis palabras.
- Yo creo que sí, que podemos seguir adelante, los dos juntos... poco a poco...
Fueron las últimas palabras aquella noche, como conclusión a todo lo que antes había mencionado. Al fin y al cabo, la conversación mantenida con él fue sólo mía aquel día.
Sinceramente, no fue su silencio lo que me incomodó, pues como ya se sabe las palabras no dicen nada si éstas engañan al corazón, pero tampoco noté su calor en el momento del habla y sin pensarlo, arriesgué...
Cada día la incomodidad era mayor, las letras dichas en el momento indicado quedaron en el olvido, pues... ¿para qué tener ilusión cuando la otra persona no corresponde en el acto del sentir?... Es cierto que en inmensas ocasiones se gana, en cambio, a mí me tocó perder, siendo el dolor más agudo que antaño.
- ¿Por qué sigues visitándome si tus palabras y acciones hacia mi persona son cada vez más escasas?
Sin ninguna duda se había quedado mudo en todo aquel tiempo ya que mi comportamiento iba siendo peor debido a su ignorancia hacia mí.
- Sabes que si quedas callado una vez más, sabré que soy yo la que llevo razón... y nuevamente me demostrarás que, irremediablemente, ya no significo nada para ti... si es que algún día fui importante en tu vida.
Sólo negó con la cabeza, cuando se hablaba de esos temas un silencio atroz se apoderaba de todo el lugar... Su reacción no me pilló por sorpresa, por lo que me dí media vuelta, callé y eché a andar a pesar de que aún le amaba.
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