miércoles, 26 de diciembre de 2012

Sólo música


Las manos cubiertas de vivencias, de errores y rencores callados en la soledad, arropadas en lágrimas que se quisieron quitar, que aunque pasado sea, siempre se vuelve a recordar y permanece en la habitación de la soledad.

Y en esa soledad callada, pero cargada de ironía, encuentras una mínima salida para evadirte, para abandonar el mundo que se pisa y sumergirse en belleza, en música.

Música que lleva a un espacio más allá de lo que la imaginación pueda sobrepasar, letras cargadas de sentido, inmersas en idealizar, y que obligan, sin más dirección, a recordar. Sentirse identificado en cada uno de los compases que brotan en la sintonía del soñar y que cada compás muestra con claves de sol y fa.

Claves de fa compuestas en sonido y siempre atribuidos al sentir. Composiciones mezcladas formando figuras, que dan lugar a un corazón, o, quién sabe, en otras ocasiones el pensar expone imágenes sin sentido que se tornan significantes para la persona. 

Un collar con hileras de melodía, que desciende al corazón y nos enseña ese palpitar herido, que con más o menos fuerza, recorre cada uno de los sentimientos cuando una canción brota.

Una canción que lleva a cada silbido de la mente que se convierte en historia, bien en un cuento que la cabeza sola crea o quiere llegar a convertir en realidad, o bien en una leyenda, que cuando la primera página se descubre, toda la vida queda al manifiesto, conmemorando cada minuto vivido.

Y con sólo tres, cuatro minutos llenos de armonía y bañados en delicadeza, se siente felicidad, se muestra alegría y se comenta un no huir. Pero cuando esos minutos pasan y la canción calla y las voces se vuelven invisibles...el mundo de colores y los pentagramas de música y ensueño ya no se comentan, justo en ese instante, la realidad se visibiliza y el repetir alcanza el dedo para escuchar una nueva música y oír unos nuevos sentimientos.





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