Odiaba la situación refrescante que ahora habitaba cada poro de mi cuerpo; que me llevaba a un frío inhabitable, a un paraíso cubierto de escarcha, a los copos de nieve caer entre pulmones congelados... ya no estaba en calor; esa calidez que el infierno me otorgaba.
Ahora me hallaba cabizbaja, observando un punto fijo y helada; helada debido al miedo... atroz por divisarte a lo lejos, y volver a observar y no encontrarte...
Irremediablemente miedo al no poder ver las llamas, al sentirme en las afueras del calor... calor que producía siempre dolor, pero dolor al que, sin más reparo, ya estaba acostumbrada.
Echo de menos el color ardiente, el rojo pasión y el temido naranja cegando mis ojos... echo de menos el fuego... tu fuego.
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