miércoles, 16 de agosto de 2017

Basado en hechos reales

La arena se le escapaba de entre los dedos, había sido un día duro. Observaba a su padre arrodillado en la orilla, con el semblante agachado y las manos impregnadas en sangre. 

Se dijo así mismo hacía un par de semanas que no lo volvería a hacer. Se mantendría al margen de todo, saldría a la calle a pasear, no se sentaría en la parada del autobús a esperarla enojado, no volvería a juzgar sin preguntar, no la amenazaría a golpe de insultos y ayudaría en el hogar.

Se lo había prometido a las dos, a ella y a su madre. Pero había fallado, como siempre.

Marta tiritaba, se hacía de noche y quería volver a casa. Él la había obligado a acompañarle:

- Te vienes conmigo

Lo notaba asustado. Era cruel, muy fuerte y en ese momento, más que nunca, un cobarde. 

Ella ya no era una niña, sabía que habían tenido otra discusión. Encerrada en su habitación notó el llanto de su madre, el puño de su padre y el silencio. La misma rutina. 

Se paseaba por la calle a la vista de todos con la ropa ensangrentada, de su mano iba agarrada su hija. Nadie se paraba y preguntaba, miraban hacia otro lado a pesar de que Marta echó a llorar. 

Pararon en un bar para cenar y se sentaron en frente del televisor; la hora de las noticias.

- Una mujer ha sido hallada sin vida en su vivienda. Los hechos apuntan a su marido, el cual pasea por las calles de la ciudad envuelto en su sangre y de la mano de la hija de ambos. Un golpe duro para la pequeña. Una víctima más de la violencia de género.

Los habitantes cerraban los ojos al mismo tiempo que contemplaban al asesino mientras comía y a la niña. Alguna razón tendría.

Los susurros se desvanecieron, Marta escapó de su realidad e intentó sonreír a su progenitor, sin éxito alguno.


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