lunes, 6 de marzo de 2017

Escríbeme, invéntame

La luna alumbraba la cuna que triste se mecía por el viento azotado de otoño. La ventana estaba abierta y la pequeña no podía parar de llorar, parecía faltarle lo más importante a esa hora de la madrugada y suplicaba a base de llantos un poco de atención.

A su lado, un peluche la acompañaba, era un oso tan diminuto como ella, regalo de su padre, los muñecos que colgaban de su cama obsequio de su madre y el pijama que la protegía del frío un atuendo de antepasados.

Lloraba y le parecía que llevaba haciéndolo una eternidad, no encontraba el chupete entre las acomodadas sábanas, pronto recordó que en sus pocos meses de vida jamás le había gustado ese objeto tan raro que todos los bebés portaban en sus boquitas. En ese momento sí lo echaba de menos.

No gritó papá o mamá porque su lengua aún no se lo permitía, el hambre invadía sus sentidos, no podía pensar en nada más.

Era el destino, tener los ojos claros y la cara alargada. Manitas de trapo, inocencia masticada, ilusa y aventurera. Su mente dibujaba corazones alados, paisajes plagados de margaritas, pasos sin rumbo y un camino incierto. Solo estaba ella, contando experiencias con los dedos y jugando a adivinar quién llegaría a la meta antes; no distinguía entre la liebre y la tortuga. En sus obligaciones y derechos ella solo coloreaba.

La luna alumbraba la cuna y triste la mecía, esperando que nadie corriera en su ayuda. Luna hechicera, los padres no pudieron despertarse esa noche.

Resultado de imagen de cuna en la noche

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