jueves, 8 de septiembre de 2016

Ellas

Las hojas vuelven a caer, mira la pantalla de su móvil con distracción, ni siquiera sabe lo que sus dedos teclean, esa vez no porque sus mensajes no son para la persona correcta.

- ¡Qué tonta he sido! - murmura en un susurro que empaña la ventana, hace frío. 

En el exterior no hay nadie, solo un columpio balanceado por el aire y una bufanda olvidada en el banco. Las personas están en casa viendo la televisión, perdiéndose la vida y ella los imita. 
Su madre le ha prohibido visitar a Carla y con ello ha querido negarle el sentimiento más fuerte de la vida, el amor.

No sabe si lo que siente es decepción, rabia o tristeza, todas parecen estar unidas y todas señalan un camino equivocado, desea ir en la otra dirección, sublevarse y buscar la felicidad. Confía plenamente en sus armas, aunque ha fallado.

Alza la vista para contemplar su habitación, no está empapelada con póster de famosos con torsos desnudos, solo carteles de grupos de música con los que se identifica. Teme ser diferente, no puede escapar de algo evidente pero tampoco librarse de la sociedad y su madre forma parte de ella y además una parte demasiado fuerte y cercana. Los prejuicios abundan en el alma y flotan al exterior antes de lo esperado. 

- ¡No la conoces! - alzó la voz.

Sus manos desean acariciarla, sus ojos observarla y su boca hablarle. Su madre está detrás de la puerta oyendo una nada impasible que se esparce por toda la casa desde que confió su mayor secreto.

Reza para que la persona a la que más quiere acepte su condición, lo hace con lágrimas en los ojos y a través de un simple mensaje de WhatsApp. 
 
 
Resultado de imagen de ella en la ventana de su habitacion


 

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