viernes, 30 de enero de 2015

Ella escribe su destino

Sus manos dedican con delicadeza unas letras al fuerte viento de la calle y tras cortos pasos avanza hacia adelante. Camina en busca de un destino concreto; el suyo mismo aún sin escribir. 
Lleva tras su paso una ventolera de imaginación, un pincel con el que expresa sus sentimientos y una pluma que escribe sobre ellos, dejando a la vista todo un mundo de colores con el que sueña. 
Su destino está entre los baches de esa acera que en ese instante queda tras sus pisadas, en esas mismas grietas que se van mostrando, dibujadas en aquel suspiro que deja en el aire. 
Ese aire alborota su cabello y ofrece sus típicos enredos rizados; irremediablemente todo le hace pertenecer a él. El propio viento es el que le susurra su nombre en el oído, el mismo que le provoca incertidumbre pero que le hace conocer el sentido de vivir. La sonrisa brota en aquella ventisca de invierno, fría. Sin embargo, ella siente calor y juega a descaro junto a la felicidad, esperando ganar la apuesta del para siempre, que la hace tan inmensamente dichosa. 
Despacio se acerca al final del camino, final que la lleva hasta su sonrisa, siempre tan especial, en toda ocasión aventurera, siempre tan entusiasta. Sus carcajadas son ese motivo inesperado que la hace sentir tan bien. Justo en ese instante lo abraza, abraza a ese aire que la lleva hasta la mejor de las compañías, hasta aquel que se ha convertido, sin esperarlo, en su destino. 


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