martes, 26 de febrero de 2013

JUGAR CON FUEGO


Ella solía pasear de forma desprevenida por las calles de Madrid, además de frecuentar los diversos lugares de copas que allí se hallaban. Le gustaba mucho, quizás demasiado, jugar con fuego, alimentar de pasión a aquellos chicos que un ojo le guiñaban en la noche, o a muchos otros que se acercaban a ella con sigilo preguntando de una forma picarona su nombre y algunos aspectos de su vida que, o bien se inventaba, o por otro lado decía con total veracidad, pero siempre dando algunos matices con mentiras piadosas...total, solo eran chicos conocidos en la noche.
El juego consistía en dejarlos impactados, en saciar su sed de mujer, constantemente. Y sobre todo, por encima de cualquier "qué dirán", no dejar un pequeño hilo sin coser, ni un trozo de madera sin encender, así la noche sería perfecta...pues, nada más intenso que jugar con fuego.
Su hazaña siempre era la misma, se lanzaba a la calle discreta, presumiendo de su vestir elegante y su carita maquillada, que casi parecía porcelana, en toda ocasión perfecta.
Su misión cada noche que pasaba y cada luna llena que asomaba, era provocar envidias, sentir las críticas de las féminas que las miraban y que hablaban a sus espaldas de su tan característica personalidad, irradiando celos por cada poro de su piel, ya que cada uno de los hombres que se encontraba caían rendidos a sus pies, pues con un simple guiño de ojo y un beso lanzado al aire cautivaba.
Continuamente conseguía lo que quería, tenía en sus manos el poder de elegir, la tensión de señalar... era el centro de todas las miradas, pues cuando paseaba derrochaba esa magia que tanto hacía que la admiraran. Las mujeres, sus enemigas, los hombres, su juego.
Muchos se preguntaban quién era, cuál era su lugar de destino y de dónde salía esa persona tan bella. Unos comentaban que era un ángel, otros que solo se trataba de una chica de la noche.
Ninguno se equivocaba, pues de día era un ángel caído del cielo y de noche solo deseaba jugar con fuego.




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