En el mundo
de la ilusión encontré un pequeño arco; el cual estaba construido de madera
antigua, llena de astillas y clavos, que le daban un aspecto feo; además, la
suciedad que a simple vista se observaba le quitaba toda la hermosura del fino
y largo tronco cogido de rama de árbol.
Tras de sí,
quedaba a la vista un inmenso y bonito bosque, a través del cual se hallaba
escondido un peculiar secreto… la flecha de aquel artilugio que antaño marcaba
el sendero dibujado… ¿dónde se encontraría; en cual corazón clavado, como cual jara
de Cupido, estaría incrustado haciendo derramar sangre inocente?...
Eso mismo me
pregunté mientras miraba al horizonte y entre mis manos sujetaba el arco que ya
hasta daño me hacía en mis finos dedos; mi mente viajó y no lo hizo en vano… ya
que mis pies no eran los apropiados para caminar sobre dicha superficie…
¿Por qué
prefería adentrarme en él a través de la imaginación?, ¿Por qué no lo hacía con
pasos firmes?... La respuesta es fácil; muchos de ustedes se han imaginado ese
arco y otros muchos han pensado en sus sentimientos más profundos cuando un
desamor llegó, cuando sin reparo les hurgaron en una llaga ya abierta… y, sin
ninguna duda, han maldecido por un instante al ángel del amor… En cambio, no
les ha hecho falta moverse del sitio… ¿verdad?...
Pues al
igual, mis piernas se encuentran clavadas en el frío suelo, acompañadas de una
silla de ruedas, la mía… porque no hace falta tener pies para andar, ni tampoco
alas para volar… ¿no creéis?
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