Mientras, el hombre sentado en la arena, divisaba a sus pequeños correr, enseñando a hacer castillos de princesas y torres de dragón para el gran rey.
El joven tomaba el sol, acompañado del compás de la música que las olas del mar transmitían al chocar con la espesa orilla, al mismo tiempo que disfrutaba de aquel día tan perfecto con su amada.
Refugiada en una palmera, una pequeña niña jugaba, cogía con fuerza su muñeca, además de canturrear alguna canción aprendida en la escuela.
A lo lejos un velero navegaba, en alta mar mostraba su belleza particular, ondeaba una pequeña bandera al viento, en las cuales se ilustraban las letras "Mar es felicidad".

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