Mis ojos miraban los suyos que ardientes de deseo estaban y mi lisa piel sentía sus manos suaves seguir cada línea que dibujaba mi figura.
El pánico entraba a descaro, al mismo tiempo que me hacía guiños de tranquilidad, haciendo cada segundo que pasaba intenso y difícil de olvidar.
A pesar de la experiencia vivida en años, él me hizo volver hacia atrás, sintiendo a flor de piel mis nervios de niña, fluyendo con mi cuerpo de mujer, pues en ese instante lo viví todo igual, como si hubiese sido la primera vez.

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