Me concentro en pensamientos inútiles que me llevan a la nada; que a pesar de la reflexión no hallan por ninguna esquina solución... que se vuelve negro en el ancho sendero de la avenida y se convierte en abismo de ensoñación.
Los pensamientos juegan descaradamente entre ellos, haciendo responsable al tiempo y al recuerdo que éste provoca; pues no hay nada como una imagen grabada en la mente y que se prolonga entre sueños cortos de madrugada. No hay nada como el imaginar humano, que en dos segundos transforma un mal sentir en una historia de cuentos de hadas, en la que, irremediablemente, tu papel es el protagonista.
Las experiencias siguen fluyendo por sí solas, unen la agonía y la felicidad, pero... ¿Realmente la balanza queda equilibrada? Provoca una sonrisa en mi rostro, en cambio, los aspectos negativos quedan a flor de piel, incluso quizás más marcados que la alegría del soñar.
Por ello... ¿es certero lo que siento? Se pregunta mi memoria... y es que ella misma ya no sabe si es el propio corazón el que le lleva la contraria... produciendo, sin más dilación... esos pensamientos inútiles que jamás hallan salida en el laberinto de la inconfundible y rara vida.
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